martes, 22 de marzo de 2022

Perímetro de exclusión al océano pensante de Solaris



En el teatro de operaciones de todos los conflictos bélicos desaparece la razón y la verdad y la actual guerra de Ucrania no podía quedar al margen. Nada más comenzar el conflicto diferentes organismos europeos han decidido anular diferentes actos que tenga que ver con la cultura rusa, cancelación de varios auditorios a compositores rusos en el repertorio o en el terreno cinematográfico la European Film Academy ha aprobado diferentes tipos de sanciones que parecen haber influido en una de las decisiones más lamentables como ha sido retirada de programación de la película Solaris de Andrei Tarkovski por parte de la Filmoteca de Andalucía en el aniversario del nacimiento de Stanislav Lem, anacrónica medida acentuada aun más por el hecho que decidieron cambiarla por la versión norteamericana de 2002 dirigida por Steven Soderbergh argumentando su decisión de que no lo hubieran hecho de saber que los derechos de exhibición fueran para los herederos del cineasta ruso; en consecuencia estos irán a la productora Lightstorm Entertainment, colaborando en alguna medida al tutelaje del cine norteamericano en Europa.

Lejos del total agrado, Tarkovski tuvo siempre una relación tensa con las autoridades soviéticas que le llevaron a casi un exilio temporal a Italia y Suecia. Solaris si que pudo rodarse en su país con un elenco de actores provenientes de varios enclaves de la entonces Unión Soviética: Donatas Banionis (Kelvin) lituano, Nikolai Grinko (padre) ucraniano y Natalya Bondarchuk (esposa) rusa, igualmente sintomático es que Leópolis (Lviv) el lugar de nacimiento de Stanislav Lem haya sido una ciudad perteneciente a Polonia, Unión Soviética y Ucrania. Las relaciones del escritor y el director no fueron las mejores y estas se acentuaron tras la exhibición del film en el que los abismos siderales de Lem eran reconducidos a un espacio más metafísico que de ciencia ficción, océanos pensantes con toques de futurismo psicodélico soviético que derivaron en varios de los carteles de la película que cuenta sin embargo para mí como escena más inolvidable los cuatro minutos del piloto espacial Barton conduciendo por una moderna urbe, concretamente a las afueras de Tokyo, todo ello bajo un hipnótico diseño de sonido.

Solaris sería una de las tres colaboraciones de Andrei Tarkovski con el compositor de música electrónica Eduard Artemiev junto a Stalker y Mirror. El director siempre ha sido muy minucioso en cuanto a la utilización del sonido y refiriéndose a esta última nos cuenta en su libro Esculpiendo el tiempo: "Queríamos que sonara como un eco lejano, como lamentos y ruidos extraterrestres, expresando un sucedáneo de la realidad y a la vez estados anímicos concretos, con sonidos que reprodujeran con mucha exactitud el sonido de la vida interior. La música electrónica desaparece exactamente en el momento en que comenzamos a percibirla, a comprender como se ha estructurado. Artemiev consigue los sonidos por vías complejas. Había que eliminar de la música electrónica todas las características de su origen experimental y artificial para poder experimentarla como un sonido orgánico del mundo".

El barrido del carácter o género experimental de la música electrónica en su utilización cinematográfica que plantea Tarkovski ha cobrado protagonismo en varias películas recientes de "tierras paralelas" deudoras de Solaris. El film  también vislumbra una noticia aparecida esta misma semana en relación con el descubrimiento de unos investigadores canadienses acerca de que el universo puede tener un gemelo que va más atrás en el tiempo, un universo espejo o antiuniverso que haga de equilibrio al nuestro.












                                                      Andrei Tarkovski durante el rodaje

                                                                   Eduard Artemiev



                                                   Carteles originales de la película




Eduard Artemiev - Ocean

jueves, 10 de marzo de 2022

Juan Antonio Nieto, sentido recuerdo y escucha



Como muchos sabréis, Juan Antonio Nieto dejó de estar físicamente entre nosotros el pasado 27 de febrero.  Desde aquí mi más profundo pésame a todos sus seres más queridos y muy especialmente a Almudena, su pareja durante tantos años. He de confesar que descubrí su trayectoria hacia 2010 un tanto de rebote al conocer la existencia del disco recopilatorio Tori No Kaigi editado por Trente Oiseaux en el que también estaba incluido Steve Roden un músico que siempre me ha atraído. Conociendo la trayectoria del sello que comenzó con un disco de Francisco López pensé que sería un músico cercano, pero nada más lejos de la realidad, pese a trabajar los dos con grabaciones de campo reconocí con asombro  los comienzos de Juan Antonio  en la escena de la nueva ola madrileña de finales de los setenta y primeros ochenta a través de formaciones como Alphaville o El Aviador Dro ocupándose en ambos casos de la percusión, tras esta experiencia inicial una ruptura total semejante en gran medida a la que también tuvieron con diferentes matices Arturo Lanz y Gabriel Riaza en Esplendor Geométrico, Jaime Munárriz en (Los Monaguillosh) o Julián Sanz (La Fundación), una ruptura que se transformó en los primeros trabajos en solitario firmados con el seudónimo de Pangea.

Con este nombre comenzó una trayectoria con gran cantidad de lanzamientos y numerosas apariciones tanto en Sudamérica como en Europa que ocasionó gran cantidad de colaboraciones como Leo Alves, Maria Chavez, Luis Marte, Daniel Vélez, Zan Hoffmann, el agitador cyberpunk Kenji Siratori o el también batería Han Bennink que lo incluyó en el grupo de improvisación Hipermodern Group. Aunque es con Javier Piñango con quien compartiría más registros y actuaciones en una simbiosis de modulaciones y disonancias a veces inquietantes, otras ensoñadoras. En efecto, los desarrollos auditivos de Juan Antonio combinan un hipnótico poder evocador contrastado con sonoridades domésticas en ocasiones y la aspereza de ausencia de tratamientos en otras bajo el manto de programas de ordenador, instrumento habitual de sus actuaciones del que no renuncia a su errancia digital, algo por cierto muy valorado en un sitio tan representativo de estas sonoridades como es Viena a través de actuaciones o la edición de Imperfect por el sello local Moozak en forma de casete, formato que le permite prever esa errancia unida la degradación posterior de la cinta.

Sirva esta entrada no solo para el recuerdo sino también para que la gente se sumerja en su sustancial producción en sellos foráneos o nacionales como Audiotalaia, Marbre Negre, Ruidemos o Gruppo Ungido, de estos dos últimos dos citas de sus responsables en el momento de las ediciones Nuevo entendimiento de la confusión y Umber. 

"Un magma impenetrable de figuras turbadas, encendidas por una honda luz en el corazón, y un suave oleaje dominando un vaivén de ruido y bulliciosa actividad, sobre un manto de sílice". Sarah Vacher

"En la umbría del sonido donde no estamos". A. L. Guillén

                                            Tori No Kaigi (Trente Oiseaux 2010)





       Broken Image, Afterglow y Dry Grass. Diseño y fotos de Almudena Villar



Extreme computer music. Concierto en el Klub Moozak de Viena y en Gijón junto a Evol

                           Juan Antonio Nieto y Antón Ignorant. Buenos Aires 2009