Dice la numerología que el número diez es entre otras cosas el retorno a la unidad y un número de perfección y en este caso se cumple perfectamente, pues nos encontramos ante el décimo disco de Macromassa uno de sus mejores y su retorno a la unidad es decir lo mismo que su asentamiento como dúo y su recuperación de la instrumentación ya utilizada en su anterior disco Armas Mosca: el clarinete modificado de Victor Nubla y el audiogenerador duy de Juan Crek lo que nos lleva por una radiancia sonora muy en consonancia con la época de su legendario single Darlia Microtónica (1976) salvo que la experimentación electrónica de entonces venía expuesta en forma de mayor improvisación que en la actualidad mucho más precisa, lo cual tiene un altísimo valor ante el desafío que tiene dominar un aparato a veces tan chicharrero como el que diseñó nuestro Robert Moog local, Rafael Duyos.
La información de su anterior disco como "folklore submundial amenizado" me parece que sigue vigente en La Ligereza de las Montañas, música verdaderamente contagiosa con toques apocalípticos que vocean tras la posibilidad de conocer secretos ultralocales.El disco ha sido editado por Hrönir y podréis disfrutarlo en unas próxima actuación el 19 de Septiembre en un lugar tan maravilloso como el Museo Vostell de Malpartida en Cáceres.
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