viernes, 31 de julio de 2020

Erizonte - Sonidos en el silencio. Música y arte sonoro a la obra de OPS




Hace tres años Julián Sanz (Erizonte) comenzó a invitar a varios músicos españoles a participar en un proyecto basado en las imágenes que pudieran sugerirles los caústicos dibujos de OPS (Andrés Rábago). Tras sucesivas entregas previas, estás han sido agrupadas en este disco en que encontramos entre otros nombres como Esplendor Geométrico, Macromassa, Mar Otra Vez, Mecánica Popular, Pelayo Arrizabalaga o Eli Gras. Se trata de la segunda parte de una trilogía titulada Sonidos en el Silencio precedida por la recreación de Los Caprichos de Goya un artista con quien se puede emparentar la obra de OPS, ambos ilustran una España grotesca y siniestra aunque en el caso que nos ocupa lo hace desde un tiempo y territorio alienante y deshumanizado.

La obra de OPS comienza a difundirse a finales de los años 60 desde revistas como Triunfo o Hermano Lobo. De esta última guardo recuerdos del impacto que me provocaban sus dibujos cuando iba a la peluquería de mi barrio, no hacía mucho tiempo que había dejado de leer el TBO y de repente me encuentro estos misteriosos dibujos muchas veces ocupando la portada junto a periódicos esparcidos en la misma mesa como el Dicen o el semanario de sucesos Por Qué, enfrente tengo artilugios que podían estar en sus viñetas, un asiento de peluquería que parece de dentista y una pequeña vitrina con diferentes aparejos como brochas con mango de baquelita o frascos del bálsamo Floïd con el hipnótico dibujo del hombre masajeado y radiante en su envase. Con el paso de los años me atrae su mundo desconcertante cruce de ternura y brutalidad, una mezcla de contrarios que bien podía haberle emparentado con el Grupo Pánico de Arrabal y Topor.

Como es sabido Andrés Rábago cambió su seudónimo de OPS por El Roto a mediados de los ochenta, los dibujos ya no son tan metafísicos, algo más racionales aun cuando el trazado del dibujo sigue siendo inquietante con muchos personajes que aparecen desdibujados, encapuchados o con gafas de sol como el propio autor recalca y todo ello lo ejecuta sin citar nombres, son más bien arquetipos idealizándose en el mundo de internet que ha sustituido como bestia negra a la televisión.

Aprovechar la ocasión para anunciar otra novedad de Julián Sanz Escalona como es la edición por parte de Huerga y Fierro de su libro Paracanciones y otros poemas, como él apunta: poemas para ser leídos y cantados.





      Una selección de dibujos y viñetas de OPS




                                Tres viñetas de El Roto aparecidas en el periódico El País






viernes, 17 de julio de 2020

Juan Carlos Kreimer - De ninguna parte, Londres 1976



La primera vez que supe de Juan Carlos Kreimer fue a través de dos crónicas que la revista Popular 1 hizo en 1978 de la escena punk en París. En la primera su redactora estrella Bertha M Yebra nos relata como ella y Nico acuden a una fiesta ficción convocada por Kreimer en la que tras un rodeo callejero asombradas descubren que solo está él presente esperándolas con una botella de vino tras lo cual deciden ir todos juntos a casa del promotor local Marc Zermati. En el siguiente número el periodista argentino escribía un largo artículo titulado Paranoia Urbana donde sobre la tienda parisina Survival y el colectivo Bazooka, ellos apuntan a un punk que se comienza a institucionalizar, al cambio de enemigo de la policía por la sociedad tecnológica, ropa de camuflaje con ilustraciones de Seveso o la Baader Meinhof. Casi coincidiendo con estos dos artículos la Editorial Bruguera nos sorprende con un libro de su autoría, Punk la muerte joven que empezó a circular por todo el ámbito local, un año antes lo había hecho el libro de fotografías Punk de Salvador Costa y De que va el rock macarra de Diego A. Manrique.

El libro ha sido reeditado en alguna ocasión aunque los intereses de su autor habían desviado a otras áreas de interés, antipsiquiatría, autoconocimiento y su exitoso libro Bici Zen. No ha sido hasta hace poco que para su sorpresa una vieja amiga londinense descubrió una caja con varios sobres conteniendo escritos de él en Londres durante 1976 que daba por perdidos, agrupados con el el título De Ninguna Parte el año pasado fuero editados en Buenos Aires y este mismo año lo ha hecho la editora y tienda barcelonesa El Lokal con prólogo incluido de Silvia Resorte con quien siempre ha estado en contacto. Es significativo que poco después de que fuera escrito, este fuera rechazado con vehemencia por Esther Tusquets aunque sí mostraba interés por esos chicos que aparecen mencionados"pintarrajeados"

De Ninguna Parte narra en forma de diario como Juan Carlos Kreimer llega a Londres buscando nuevos referentes tras haber estado en París donde participó en grupos de intervención urbana llegando a conocer a Guy Debord. Allí contacta con otro miembro de la Internacional Letrista como es Alexander Trocci y especialmente con su hijo que toca en una incipiente banda de punk, el término situacionista apenas es empleado pese a su conocimiento por gente como Malcolm Mclaren. Su rutina diaria trabajando como lava vasos y acomodador de teatro se compensa con una constante labor de búsqueda que le lleva de la librería Compendium buscando números de It a los archivos del New Musical Express, por las noches citas con The Slits en el Hope&Anchor donde uno se lo imagina cruzándose con Alvaro Peña-Rojas inclasificable músico chileno cofundador de The 101´ers, Patti Smith en el Roundhouse o primerizas formaciones en el Rat Club. Mientras tanto en Argentina la Junta Militar amplía su represión, Kreimer no se vé así mismo como un exiliado político, de haberse quedado allí sentía más peligro como periodista contracultural de literatura beat y rock marginal. En Londres vive su jubileo punk con recuerdos puntuales a su país como cuando tras cuidar un puesto de libros de Alexander Trocci en Camden Town este le regala un disco de Jorge Cafrune que luego escuchan en casa de una amiga suya que resulta ser la madre de Siouxsie, esta lo quita antes de que acabe el primer tema, los nuevos tiempos no estaban con la tradición.

                                                        Librería Compendium

                                                 Vigilancia y represión militar. Argentina 1976

Johnny Rotten en 1976, rodeado de Jordan, Luciana Martinez, Derek Jarman y Vivienne Westwood

    The Slits en sus primeros días




Encabezamiento del artículo Paranoia Urbana. Popular 1, Mayo 1978





Portada y páginas interiores de Punk, la muerte joven. Ed. Bruguera 1978

Su última reedición




martes, 7 de julio de 2020

La organista alucinada en el Carnaval de las Almas






Hasta hace poco no he podido visionar esta maravillosa Carnaval de las almas (Carnival of souls), una película que me rondaba en las listas fímicas de todo el universo Re/Search o en sesiones especiales del Scala Cinema de Londres. Dirigida por Herk Harvey en 1962 este constituye su único título de su filmografía aunque a él se debe multitud de encargos de películas educativas o industriales. El origen de esta radica en el descubrimiento que el director tuvo del Saltair Pavillion en Utah, un parque de atracciones en ruinas que junto a otras zonas abandonadas de Utah constituye un trasfondo espectral que el director alcanzó con un equipo técnico de solo cinco personas con atrevidos planos de gran angular distorsionados y un desdoblamiento ambiental donde el supuesto mundo real de la protagonista compite en extrañamiento con sus ensoñaciones. Un destacadísimo antecedente del mundo de David Lynch especialmente de su película Carretera Perdida donde la figura de su "hombre misterioso" está en absoluta consonancia con "The Man" otro hombre inquietamente maquillado que persigue a la protagonista y que es interpretado por el propio Herk Harvey de la misma manera que dos años después haría Ray Dennis Stecker en su film Incredible Strange Creatures interpretando al poseído Cash Flagg. Otra correspondencia cercana en el tiempo sería la fobia sexual de su protagonista cecana a los tormentos en Repulsión de Polanski.

Uno de los mayores encantos de la película es la banda sonora de Gene Moore con instrumentación exclusiva de órgano de tubos, un instrumento típico de las películas de terror pero que aquí raramente suena grandilocuente, pese a su siniestrismo sería una especie de cruce entre un afligido Fats Waller y un maligno Anton Lavey que aparece en tanto a que la protagonista (Candace Hilligoss) es una organista de iglesia sin convicción religiosa que figura atormentada por un accidente de automóvil que le origina constantes apariciones de seres de ultratumba que desembocará en la escena final con el baile de carnaval en el Saltair Pavillion (protagonizado por estudiantes de la Escuela Mormona de Danza Moderna), de nuevo allí suena insistentemente esta música de órgano de la que no se puede desprender ni siquiera cuando intenta sintonizar emisoras en la radio del coche.

La protagonista probando un órgano de la Reuter Organ Company en Lawrence, Kansas




















Viñeta de un comic de Michael H. Price inspirado en la película.

Herk Harvey en un reencuentro de todo el personal del film en 1989


Disco de Pere Ubu que recoge parte de las recreaciones que el grupo hizo sobre el film