lunes, 25 de septiembre de 2017

Un desconcertante Waldo de los Ríos




Quizás a más de una persona que sigue este blog le puede parecer excesivo que después de recordar la figura de Holger Czukay me ocupe a continuación de un músico tan denostado en muchos ambientes como es Waldo de los Ríos, pues bien ambos tienen un inesperado nexo en común, la figura de Karlheinz Stockhausen y la ciudad de Colonia a la cual se dirigió el compositor argentino para asistir a las clases del centro que el dirigía a principios de los sesenta después de haber recalado en el mundo de la música ligera orquestal en Estados Unidos. Este hecho lo podemos saber por el libro Amar a un maldito escrito por su pareja, la actriz y periodista uruguaya Isabel Pisano quien nos comenta este primer contacto con sintetizadores, mesas de mezclas y la adquisición de su primer magnetófono Uher con el que grababa absolutamente todo, hasta las bocinas de los coches de las calles. El problema está, que del a veces restrictivo mundo académico de esas clases, a Holger Ckukay le alejó Michael Karoli hacia el mundo del rock y a Waldo de los Ríos alguien diametralmente opuesto como su paisano Alberto Cortez quién le recomendó se instalara en España donde desarrollaría su faceta como pianista, compositor y arreglista en una línea que todo el mundo conoce aunque esta carencia con los sonidos electrónicos se puede ver en su inclusión con el grupo The Waldos o en sus disco de 1966 España Electrodinámica .

El libro de Isabel Pisano corrobora la personalidad compleja y oculta que muchos años antes me desveló alguien del mundo de la distribución musical cuando trabajaba en la tienda de discos Gay&Co, lo que más me impactó de lo que me dijo era su gusto por los potentes coches deportivos entre los que destaca un exclusivo Lamborghini Jarama donde tenía instalado un grabador de ocho pistas en el salpicadero. Con este coche no podía pasar desapercibido cuando se dirigía a toda velocidad a su chalet cercano al aeropuerto de Barajas donde le esperaba su perro Pampero, su mayor apoyo ante una creciente depresión marcada en parte por las cada vez frecuentes ausencias de su pareja que cada vez pasaba más tiempo en Roma desde que trabajó con Federico Fellini y a los encargos musicales muchas veces ridículos, aunque también tuvo de más interesantes como las series televisivas Es usted el asesino, Historias para no dormir o las películas de Narciso Ibañez Serrador La Residencia o Quien puede matar a un niño. Sin embargo quizás con el trabajo que pudo haberse consagrado hubiera sido el encargo de Stanley Kubrick quien pensó en él como compositor de Clockwork Orange, creía que era el compositor ideal para conjuntar la música de Beethoven a través de un moog; tras meditarlo, su poca soltura con este sintetizador le llevó a declinar la oferta en favor de Walter Carlos. La carta de ofrecimiento de Kubrick luciría siempre enmarcada en su casa hasta que en 1977 ante una nueva escalada de desilusión decidiera suicidarse con una escopeta de caza, trágica elección para un amante incondicional de los animales y un final que ha dado lugar a muchas especulaciones.






Discos deTucky Buzzard (escuchar debajo) y Los Brincos en que Waldo de los Rios aparece como arreglista

   Waldo de los Ríos y su Lamborghini Jarama equipado con un grabador de 8 pistas


                                                                   Waldo e Isabel Pisano





Arriba: You're all alone del grupo británico Tucky Buzzard de su disco Coming on again editado en Madrid en 1971 en una de sus estancias temporales y que cuenta con los arreglos de Waldo de los Ríos.
Abajo: Música compuesta para el capítulo 23 de la serie de Narciso Ibañez Serrador Historias para no dormir, Televisión Española 1967.


viernes, 15 de septiembre de 2017

Movies, Holger Czukay desde el éter radiofónico



Los obituarios musicales nos siguen ofreciendo dolorosas despedidas como ha sido en la semana pasada la de Holger Czukay, su música y muy especialmente el lp Movies era un habitual en muchas reuniones de amigos y el entusiasmo a sus temas era unánime. Así se lo hice saber a él mismo tras la conferencia video performance que ofreció en el primer Sonar de 1994, en la salida del CCCB, acompañado de Arturo Lanz, le mostramos esta admiración que hicimos extensivo también a su disco de Les Vampyrettes, su reacción fue de sorpresa al indicarle ese disco y aún mayor al detallarle que mi amigo era parte del grupo Esplendor Geométrico a cuyo concierto acudió el día anterior.

Mayo de 1977, acudo al Pabellón Joventut de Badalona para ver el concierto conjunto de Amon Düül y Can, nada más empezar a tocar estos últimos reparo en que Holger Ckukay no está entre ellos, me encuentro asistiendo al triste evento del primer concierto sin él después de once años de trayectoria (el último fue unos días antes en Génova) y he de confesar que su sustitución por Rosko Gee no era para mí muy alentadora. Tiempo después supe, que aún en Can, intentó reemplazar el bajo como instrumento por intervenciones de señales de grabaciones de radio y de cinta (ver vídeo debajo), una incursión efímera que sin embargo se intensificó marcando lo que serían las primeras grabaciones que luego darían lugar a su disco de 1979 Movies.

Las grabaciones de este disco tienen una resultante casi de edición fílmica, de ahí quizá el nombre del disco, su procedencia es variopinta: Radio Luxembourg, Radio France y una radio soviética en Cool in the pool, extractos del disco de Can Landed en Oh lord, give us more money, una poetisa iraní captada de la onda corta en Persian Love y Diana Ross entre otros en Hollywood Symphonie. Czukay se manifiesta como un verdadero mago del estudio, altamente intuitivo reconduce lo inesperado, efectuando todo este trabajo en el Inner Sudio de Can y mezclando por la noche en el estudio de Conny Plank después que durante el día hubiera sido ocupado por Devo y Ultravox. En la recta final de gestación del disco corrobora que su máximo interés está en el después de haber tocado o grabado y en la sencillez de medios, prefiere un dictáfono a un fairlight al igual que simplifica al máximo sus vídeos caseros en que la imagen está protagonizada únicamente por su entrañable gestualización.



Holger Czukay y Conny Plank


Dictáfono IBM


                                    Can en la televisión alemana durante 1977

martes, 5 de septiembre de 2017

Javier Hernando / Adrià Bofarull - A maelstrom walk



Poco después que Adrià Bofarull me propusiera este trabajo comencé a pensar un posible vínculo de desarrollo. Sabiendo que compartiámos filiación "pynchoniana" una posible área de exploración serían los mundos laberínticos, entendiendo estos no solo como construcción arquitectónica sino también como zonas fantasmales y mutantes donde uno puede saber donde ir pero no saber como orientarse. Me encantan los mapas y la toponimia que te puedes encontrar en ellos, Azucena de Yngunza autora de la portada, es una experta en su etimología y también una iniciada en el laberinto como metáfora de lectura e inconsciente colectivo y nos aportó varios libros al respecto. A ellos hemos sumado extractos de Jorge Luis Borges, Francesco Careri o este claramente inspiracional de Jacques Derrida:

"Tímpano, dionisia, laberinto, hijos de Ariadna. Recorreremos ahora (de pie, andando, danzando), comprendidos y envueltos para no salir jamás , la forma de un oído construido alrededor de una presa, girando alrededor de su pared interna, una ciudad, pues (laberinto, canales semicirculares - se nos previene de que las barandas no se mantienen) enrrollada como un caracol alrededor de una compuerta, de un dique y tendida hacia el mar: cerrada sobre ella misma y abierta sobre la vía del mar. Llena y vacía de su agua, la anamnesis de la caracola resuena sobre una playa"

Ante el colapso de la urbe o la naturaleza caótica, al oyente le podemos sugerir una deriva musical en que perciba escondrijos para reorientarse o quien sabe para perderse y errabundear definitivamente.

A maelstrom walk ha sido publicado por el sello República Ibérica Ruidista dirigido por Sergio Sánchez.

Guy Debord In girum imus nocte et consumir igni

Constant y su laberinto en la ciudad suspendida en el aire

Despacho de María Zambrano. A ella debemos El canto del laberinto