El verdadero significado de la fotografía se perdió poco después de sus descubrimiento. El acontecimiento fue simplemente la vinculación de una cámara ya existente con el revelado y la fijación de la imagen. Semejante golpe de invención práctica fue un golpe indirecto que, en la práctica, estaba destinado a quedar ligado a la peculiar deshonestidad de la visión de su época. La segunda mitad del siglo XIX ofrece esa figura fantástica, el fotógrafo artístico, en realidad un pintor fracasado con un saco de trucos misteriosos. No es en absoluto una tradición muerta, incluso ahora, todavía se reúne en clubes para exponer imágenes de caminos brumosos de octubre, escenas de nieve, reflejos en el agua, muchachas con bolas de cristal. En estos grupos surge la protesta ruidosa y muy sospechosa de que la fotografía es un arte. Así, en una de las antologías que estamos reseñando hay una foto de un cadáver en un charco de sangre "porque te gustan las cosas bonitas".
Walter Evans el resurgimiento de la fotografía- 1931
En una ocasión David Lynch comentaba que hay cosas que no vería si no las fotografiara. Eso mismo le ocurría a Walter Evans el fotógrafo norteamericano que sin duda dejó huellas en su cinematografía sin ir más lejos en Eraserhead con todo ese paisaje industrial e interiores brumosos con música de Fats Waller. Walter Evans que por la noche trabajaba en un club nocturno ocupaba el día enfocando con su Contax II todas las zonas desfavorecidas de la gran depresión fotografiando la realidad aunque sea brutal, paseantes con miradas perdidas, vallas publicitarias, vitrinas de tiendas o fábricas amenazantes, todo ello disparando sin ver el visor y apenas tratando los resultados posteriormente en el cuarto oscuro. Los resultados no pueden ser más impactantes y distan enormemente de la insustancial saturación de imágenes de la que hoy en día estamos rodeados.
Pabst Blue Ribbon Sign. Chicago 1946 Christ or Chaos? 1946
Girl on Fulton Street
Church organ, Alabama 1936
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