martes, 23 de mayo de 2017

Viv Albertine, Ropa Música Chicos



Cuando estoy a solas con la guitarra, hago experimentos intentando recrear sonidos de animales y otros ruidos. Así es como construyo mi propio estilo desde cero, desde un punto de partida sin acordes, sin progresiones de doce compases ni nada de escalas.
En mi dormitorio tengo un equipo de música Marshall, un amplificador blanco y un altavoz enorme, lo bastante grande para una sala de conciertos (se lo compré a Steve Jones, sólo dios sabe dónde lo habrá birlado). Todos los días toco la guitarra para hacerme a ella, entender para qué sirven las pastillas, cuáles son los controles para activar la amplificación e intentar desesperadamente oír. Quiero desarrollar una personalidad propia, tanto en el sonido como en mi forma de tocar. Necesito asegurarme de que transmito el mensaje deseado con mi instrumento. Resuelvo que lo que quiero es una especie de zumbido como el de un mosquito. Esto es lo que busco. "¿Por qué?", me pregunta Keith. Me gusta que suene perturbador y peligroso hasta industrial, le contesto. Contínuo girando los controles del amplificador y de mi guitarra para intentar dar con la combinación apropiada que me conducirá hasta EL SONIDO.

El párrafo anterior corresponde al libro de Viv Albertine, Ropa Música Chicos, recientemente publicado por Anagrama, en él podemos apreciar su decisión de participar en algo que se respira en el ambiente londinense de 1976, ella no se conforma con ser privilegiada espectadora sino también quiere ser protagonista. Atrás quedan sus revelaciones de pequeña oyendos los Beatles o su inquieta adolescencia asistiendo a conciertos de Third Ear Band, T. Rex o Hawkwind. Estas son pistas de la música y de los chicos el listado es estelar: novia de Mick Jones, Rob Symmons guitarrista de Subway Sect, Gareth Sager guitarrista de The Pop Group y amigos de tan diferente índole como Sid Vicious o Steve Beresford, estos dos últimos podrían ilustrar perfectamente la evolución desde la rabia de los primeros días de las Slits a sus últimos con un perfil de mayor expiremantación.

Con la separación de las Slits arranca la segunda parte del libro (Cara B), donde Viv transmite con gran sinceridad un devenir desmotivador solo paliado por sus estudios de cine, embarazos fallidos, un cáncer diagnosticado y una nueva y tediosa vida de casada que de repente es truncada por una llamada telefónica de Vincent Gallo, quien le confiesa desde New York su admiración artística y personal, en otras palabras estaba colado por ella desde que vió a las Slits en directo; este nuevo contacto le resulta altamente terapeútico para  decidir reunirse brevemente con la reunifiación de las Slits y aún más importante: una transición hacia tocar en solitario.

                               Viv Albertine junto a Keith Levene y Mick Jones. Londres 1975

                                      Viv Albertine y Mick Jones. Foto: Laura Ashley

                                                                       The Slits



                                  Cartel del film Exhibition con Vil Albertine como protagonista

Portada de su disco The Vermillion Border, publicado en el sello Cádiz Music, el elenco de músicos que aparecen en él impresiona, tres bajistas como Jack Bruce, Tyna Weymouth o Jah Wobble o dos baterías como el ex Pop Group Bruce Smith o Charles Hayward de This Heat.

Antes de acabar me gustaría de nuevo acudir a la viveza de sus palabras en esta ocasión para describir a tres grupos que realmente le impactaron:

Salen los Sex Pistols.

Meten mucho ruido y su sonido es estridente, pero no son malos músicos. Destaca el cantante Johnny Rotten, que se inclina al borde del escenario, apoyándose en el pie del micrófono. Está tan inclinado hacia delante que parece a punto de caer en el espacio que hay entre el escenario y el público. Es muy pálido de cara y retuerce el cuerpo de tal manera, adoptando posturas tan raras y feas, que parece deforme. No baila nada, no intenta lo más mínimo entretenernos ni caernos bien. Su aspecto es vulgar, tiene nuestra misma edad y es la clase de chico que abunda en mi instituto (...) Johnny canta lleno de desdén con su acento barriobajero del norte de Londres, no tiene una voz educada ni melódica, arrastra las palabras con tono cínico y quejumbroso. Canta con una frialdad absoluta. Tampoco se detecta ni la más mínima influencia estadounidense.
Siempre he pensado que la serie de circunstancias que han jalonado mi vida (pobreza, norte de Londres, escuela pública, vivienda de protección oficial, mujer) predisponían mi nula preparación para triunfar. Mientras observo a los Sex Pistols me doy cuenta que es la primera vez que veo un grupo y siento que no hay ninguna barrera entre ellos y yo. Las ideas que han estado relegadas al fondo de mi ser durante años afloran en mi cabeza precipitadamente...
...Claro que sí. Por fín logro ver no sólo este universo al que siempre he querido pertenecer, sino el puente que me conduce a él.


1975, Johnny Rotten en la primera actuación de los Sex Pistols en la Chelsea Art School.

El grupo Subway Sect es totalmente diferente a las Slits. Son muy comedidos, como se vistieran en una de esas anticuadas tiendas de confección para caballeros y niños. Jerseis grises tejidos a mano con cuello de pico, pantalones negros de uniforme de colegio y zapatos de ante marrón Hush Puppies. Hacen que todos los demás parezcamos chabacanos y demasiado emperifollados. Son anti-rockeros en todos los sentidos. Nada de tocar con las piernas separadas, ni de guitarras colgadas de largas correas. Nada de bailar, saltar, hacer posturitas o gestos agresivos sobre el escenario. El cantante del grupo, Vic Godard, se inclina con aire desenfadado sobre el micrófono de pie y no hace ningún esfuerzo por ofrecer una actuación entretenida.


                                                                    Subway Sect

Primeras líneas de la segunda parte del libro: Pérdida, 1982:

La única música que puedo soportar en estos momentos es la de This Heat. Al menos tres veces por semana voy a Cold Storage, el estudio donde ensayan. La sala queda en Coldharbour Lane, en Brixton, y tiene las paredes de cemento y una gruesa puerta de metal. Me siento sobre un altavoz durante horas mientras Charles, Charles y Gareth producen a todo volumen los sonidos musicales más puros, pesados, horribles y hermosos inspirados en máquinas industriales. Un sonido tan auténtico y vehemente que incluso una persona destrozada puede tolerarlo.


                                                                           This Heat

2 comentarios:

  1. you'r blog is just marvelous cyber zone!!!!!
    Thank's for all this work...
    hat off

    "Slits" on stage: it's one of the best concert of my life ;)

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  2. Thanks a lot, it's a pleasure know that follow me from charmer Rouen, many years ago I went there with the intention to visit Sordide Sentimental home.
    You are very fortunate for have seen The Slits, Gibus Paris perhahps?

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