viernes, 23 de marzo de 2012

JAMES ATTLEE Nocturno




Nadie puede negar el influjo lunar sobre nosotros, desde las mareas y las cosechas al mismo principio femenino. En otro ámbito su efecto hechizante sobre la literatura y pintura es amplísimo y es en esta área donde se centra mayormente este apasionante libro de inglés James Attlee, cuyo tour de luz lunar nos lleva desde su casa de Oxford a diferentes puntos del globo; es especialmente cautivador cuando se dirige a ciudades marítimas asentadas en las laderas de volcanes peligrosos como son Kagashima y Nápoles, ambas puertos de contacto con civilizaciones lejanas rodeadas frecuentemente con un ardiente magma, en contraste con la fría luz lunar plasmado en el caso del Vesubio por pintores como Joseph Wright.

Su paso por Las Vegas es de puro contraste, la ciudad lumínica por excelencia rodeada sin embargo por algunos de los mayores telescopios del mundo o por curiosos lugares como el Colector de Luz Interestelar o el asentamiento de Arcosanti, pero no temas Attlee se previene de milagros new age y de hecho toda esta parte del libro podría enlazar con muchos relatos cortos de J.G. Ballard. Y ya que hablamos de asentamientos, grandes científicos del siglo pasado como Wernher von Braun pensaban que en este ya tendríamos uno sobre la luna, así lo pensaba también otro ex-compañero de viaje como Rudolf Hess de quien el escritor descubre un metraje clandestino en que se le puede ver hablando con la luna en el fondo de su celda.

El libro es presencia de la luna pero también su ausencia, la contaminación lumínica dificulta muchísimo las caminatas nocturnas que gente como William Blake si podían hacer hacer en sus tiempos siguiendo el cauce del Támesis, Attlee emula estos paseos y escribe revelaciones como esta:
Un par de minutos después de dejar atrás el puente, todos los charcos se iluminan con su propia llama en miniatura. Esos reflejos han fascinado a la humanidad durante incontables siglos. Los astrólogos de la Edad Media decían que "escrutaban la luna", es decir, que precedían el futuro a través de la posición de las marcas en la superficie del disco lunar (que por supuesto, no cambiaban) observando su imagen en la superficie del agua estancada. Esta noche el río se ha convertido en un espejo; los árboles de la ribera opuesta están patas arriba, sus reflejos son negativos fotográficos de una era predigital.

El listado de temas musicales inspirados por la luna es interminable, Marius Schneider escribió que la evolución de los contornos de luna , desde el disco hasta el hilo de luz, parece haber determinado un canon místico de formas con sujeción al cual se construyeron también instrumentos de música. Si hace dos entradas Keith Berry señalaba con su dedo a la luna, esta vez nos dejaremos embriagar por su admirado Martin Denny bajo la luna de Manakoora.







PAUL NASH Totes Meer

viernes, 16 de marzo de 2012

EDUARDO HARO IBARS Gay Rock






Recientemente he recuperado este libro extraviado durante mucho tiempo, seguramente después de dejarlo prestado a algún amigo como era habitual en muchos de los libros de la colección Los Juglares de Ediciones Júcar, un por entonces contado proyecto de llevar la cultura y la literatura rock a las librerías, aunque este libro encajaba mejor con ojearlo en un drugstore a medianoche.

Gay Rock publicado en 1975 supone el primer libro del poeta y periodista Eduardo Haro Ibars, cuyo interés por la música más libertina arranca de su Tánger natal donde se cruzaba con miembros de los Rolling Stones, desde entonces simpatía por el diablo y la lujuria más abrasadora. El libro no solo repasa los grandes nombres del glam rock sino también las fuentes que singularizan esta escena, happening, mimo, travestismo o el teatro de Rocky Picture Horror Show, Lindsay Kemp o La Mamma, no incluye The Cockettes que le hubieran encantado de haberlos conocido. También es muy interesante las semblanzas que hace al final del libro de representantes menos conocidos como Jobriath o coetaneos como Blue Oyster Cult narrando una actuación suya en Oaxaca (México) ante dos eclipses de sol seguidos, algo de lo más excitante para un ser tan de herencia Crowley como era el.

El capítulo final del libro lo dedica a la presencia del moviemiento en España único pais en que el término de Glam casi se cambió por el de Gay Power. Narra una actuación de Elkin y Nelson cuya única relación habría que buscarla en que salen maquillados a escena, es una lástima que no incluya a los primerísimos Burning cuando cantaban en inglés, pero el libro lo acabó poco antes de conocerlos e intentar hacer letras para ellos, un proyecto que no llegó a realizarse.

La labor de periodismo musical la siguió ejerciendo en las páginas de Triunfo donde escribió uno de los primeros artículos en este país sobre la explosión punk, pero para un seguidor habitual de Rock&Folk (varias citas de Paul Alessandrini y Patrick Eudeline incluidas en el libro) sus aspiraciones estaban puestas en otras revistas como Disco Express.

En una futura entrada podremos encontrar otras insospechadas conexiones de Eduardo Haro Ibars con la música al margen de las más conocidas, narradas en gran parte en ese imprescindible libro de J. Benito Fernández "Los Pasos del Caído" de donde está extraída la foto en su habitación; la otra pertenece a una instantánea hecha en Tánger por Mario Pacheco, testigo de primera fila del glam londinense del que he elegido un clásico de como es el I'm only dancing con David Bowie rodeado por miembros de la Lindsay Kemp Company.




jueves, 8 de marzo de 2012

EL PASATIEMPO



De las insospechadas muestras que de arquitectura visionaria tiene España es sin suda el Parque del Pasatiempo de Betanzos la más destacada, construida entre finales del siglo XIX y la primera década del XX por Juan García Naveira quien tras haber hecho fortuna en Sudamérica decidió hacer una parque enciclopédico, tan del gusto de la ilustración masónica de entonces; es este factor el que origina sobretodo una imaginería ambivalente llena de esculturas de personajes de inframundos y cuevas y cavernas artificiales que se entremezclan con representaciones de los novedosos avances técnicos de esa época.

Paseando por todo el recinto descubres paralelismos con lugares como Bomarzo o con el Palais Idéal del Facteur Cheval especialmente por el uso decorativo de las conchas marinas una de las principales características de lo que algunos han llamado arquitectura mediumnica. Tampoco puedo olvidar el dramático contraste que supondría el que se utilizara como campo de concentración pasada la Guerra Civil, algo que condujo inevitablemente a un creciente deterioro hasta hace pocos años.

Las fotos siguientes que acompañan esta esta entrada fueron hechas por Azucena de Yngunza.