La reciente aparición en español del libro de Grafton Tanner Un Cadáver Balbuceante-El Vaporwave y los fantasmas electrónicos, editado por Holobionte Ediciones en su Colección Plutónicas es de máximo interés para todo el que se quiera sondear que es ese tipo de derivada de música electrónica surgida a principios de este siglo, aunque no es la máxima intención de su autor que la presenta como un claro ejemplo de creación extraña surgida en el underground de internet con una producción rudimentaria que trivializa y desafía entornos de simulacro y decadencia. Es sintomático que la edición original del libro se debe a Zero Books cuyo director Mark Fisher es a menudo citado, no en vano en su libro se 2013 Los fantasmas de mi vida ya escribía sobre una tríada de depresión, hauntología y futuros perdidos inspirados por discos como Memories From The Haunted Ballroon de The Caretaker cuya deformación vinílica nos lleva a una añoranza del pasado e imposibilidad del presente.
Donde una vez estuvo lo "real" ahora solo existe la generación electrónica y la circulación de simulaciones casi sobrenaturales. Donde antes hubo una conciencia humana estable, ahora solo quedan los fantasmas de subjetividades fragmentadas, descentradas y cada vez más esquizofrénicas. Donde antes hubo "profundidad" y "afecto", ahora solo hay "superficie". Donde antes hubo "sentido", "historia" y un sólido reino de "significados", ahora solo hay un paisaje embrujado de vacíos y significados en movimiento. Con este extracto del ensayista inglés Jeffrey Sconce comienza el libro precedida por una brillante introducción de su traductor Cristóbal Durán quien a su vez también introduce una reveladora cita de Daniel Lopatin donde alude a su atracción por la tecnología pasada de moda ante la hipervelocidad del capitalismo que destruye nuestra relación con los objetos. Su disco de 2010 autoproducido Chuck Persson's Eccojams Vol 1 sería de lo más significativos del género junto a otros dos surgidos al año siguiente como Far Side Virtual de James Ferraro o Floral Shoppe de Macintosh Plus.
La invención del sampler tendría su relevancia en el desarrollo del vaporwave muchas veces utilizada de manera amateur, aunque en realidad no es imprescindible, pues cualquiera con acceso a internet puede procesarlo, distorsionarlo con cambios de tono y compresión. Un flujo que intenta filtrar la ingente música para digerir en la red de detritus pop acercándose a simulacros y decadencia de soft rock de los ochenta, muzak, easy listenig o new age. Técnicas en sí nada nuevas ya utilizadas anteriormente en el mundo del "plunderphonic" como Negativland, el error o malfunción digital como Oval o la recontextualización de grabaciones y muestras como Ekkerhard Ehlers o Philip Jeck. También la imaginería de luces de neón y colores pastel distorsionados las podemos encontrar en las videocreaciones de Nam June Paik o en los anuncios y diseño de Mondo 2000, la revista cyberpunk californiana de los noventa. Una característica del vaporwave como la repetición de bucles extravagantes e inquietantes que el colaborador de Pitchfork Johnny Coleman definió como "el extraño bucle del género que se encuentra entre un género real que suena falso y un género falso que podría ser real".
Como apuntaba antes Grafton Tanner no ha pretendido hacer en este libro un nuevo manifiesto por una política de la música, su objetivo como el escribe era situar el Vaporwave dentro de nuestro momento contemporáneo, un tiempo caracterizado por los fantasmas extraños, por el trauma histórico, la regresión y la simulación, y por una rareza nebulosa que parece tararear amenazadoramente por debajo de todo.
Hace escasos días ha aparecido el último volumen de la serie 1 MinuteAutohypnosis, se trata de la edición número 48 de una serie que empezó en 2008 bajo la dirección de Pedro Bericat en su sello Mute Sound quien para esta ocasión me propuso que colaborara con una pieza, lo cual me hizo gran ilusión habida cuenta del gran elenco que aglutina la serie desde el principio. Mi implicación no podía ser más oportuna, pues en los momentos de componer la pieza estaba ultimando los últimos fragmentos de un futuro lanzamiento con una gran impronta de dominio y perturbación hipnótica. La pieza titulada Influxu intenta tener un carácter mesmérico que pienso armoniza con otro tipo de influjos hipnóticos presentes en otras composiciones de este volumen, como mirarse al espejo, lamentos luciferinos, interferencias radiofónicas o arpas embrujadas.
Aprovecho la novedad esta recopilación para recordar el considerable número de ediciones que siempre han habido de grabaciones sonoras de auto hipnosis desde un punto de vista terapéutico, una imaginería hipnagógica de lo más variado donde la repetición es clave bajo los augurios de todo tipo de seres magnetizadores de lo más interesante a lo más grotesco. Curiosamente gran parte de estas grabaciones se han presentado en forma de casete, formato por el que Pedro Bericat ha tenido especial relación, solo cabe recordar esa maravilla que era su Música de Cámara para 1000 Transistores, donde se incluía la pieza Diálogo Imposible entre cinco transistores y tres fluoresecentes, una reactancia inductiva de inquietante sonoridad aún dentro de sus prácticas de radioterrorismo.
Como ocurre con otros lanzamientos de la serie 1 Minute Autohypnosis que vienen con un reclamo, en esta ocasión se trata del concepto de amnesia. Bericat ha destacado en alguna ocasión el carácter mediumnico de un artista, un estado cercano al que me puedo encontrar ante los artilugios musicales en una especie de línea de fuga que en este caso si se puede catalogar de amnesia, pues confieso la memoria de como hice Influxu es de lo más borrosa.
Diferentes muestras de auto hipnosis, las tres últimas en el formato habitual de casete
Portada de la anterior edición de 1 minute hypnosis y dos aportaciones gráficas de Elisa Battistella y Gen Ken como ejemplo del amplio muestrario de la serie que abarca tanto representantes del mail art como de la experimentaión sonora.
Diálogo imposible entre cinco transistores y tres fluorescentes de la casete Música de cámara para 1000 transistores de Pedro Bericat cuya trayectoria volverá seguro a protagonizar este espacio.
Los fallecimientos de músicos que han marcado para mí y para mi entorno un gran significado no dejan lamentablemente de aumentar, no los voy a enumerar, pues están en la mente de todos y tienen cumplido reflejo en diferentes medios, pero sí que siguiendo la senda del músico extraviado con que empezó ente blog hace ahora más de diez años me gustaría ocuparme de Michael Belfer quien nos dejó hace apenas un mes. Por él he sentido siempre auténtica devoción desde que lo descubrí tocando la guitarra casi a la vez con el EP No Tears de Tuxedomoon publicado en 1978 y con la recopilación Subterranean Modern publicada por Ralph Records un año después, donde incluso tiene la autoría de Waterfront Seat quizá el tema más memorable del disco con una guitarra que es tanto ultramoderna como deudora de influencias de space rock también presentes en Chrome, otro de los cuatro grupos participantes. Aún siguiendo la trayectoria de Tuxedomoon a través del NME o el Search&Destroy me resultaba confuso como no aparecía como miembro original del grupo hasta que descubrí a través de esta última su pertencia a The Sleepers un grupo de la escena punk de San Francisco relacionados en su formación con Crime y poco después Flipper, dos bandas más de esa ciudad que vivía un final de época tan palpitante, una belle époque punk que contagiaba todo tipo de artistas. Sin embargo esta pertenencia no le impidió volver a juntarse con Tuxedomoon para otro EP en este caso Scream with a view donde de nuevo vuelve a tener la autoría de un tema aparte de tocar el sintetizador. Poco después cuando se anuncia por fin la aparición de su primer lp Half Mute la sorpresa de no encontrarlo en los créditos, pues pese al entusiasmo de Steven Brown y Blaine L. Reininger por él querían hacer un disco más atmosférico que la instrumentación rock quizá podía invadir, de hecho tampoco participa Paul Zahl, su colaborador habitual a la batería.
Esta decisión y la marcha de Tuxedomoon a Europa le llevó de nuevo a centrarse en Sleepers donde podía desarrollar un sonido más físico con pinceladas de art rock heredadas por su descubrimiento en plena adolescencia de bandas como Hawkwind o Neu y muy especialmente Pere Ubu cuyos primeros singles ansiaba encontrar nada más salir en Aquarius Records, un espacio emblemático de San Francisco como también lo era la sala de conciertos Mabuhay Gardens donde pudo ver un concierto de Frippertronics de su también admirado Robert Fripp, estas sonoridades de manipulación y retardo de guitarra junto al esquema de grabaciones de retorno y ecualización que aparecían en el reverso del disco Discret Music de Brian Eno tendrían una gran influencia en él desarrollándolas con un admirable estilo propio especialmente en Tuxedomoon y que motivó la llamada a participar en varias grabaciones de algunas de las formaciones más vanguardistas de la ciudad como Rhythm&Noise, Minimal Man o Beth Custer de la Club Foot Orchestra.
El fin de la actividad de Sleepers en 1981 le lleva de nuevo a aceptar una oferta de Winston Tong para viajar a Europa y trabajar de nuevo con Tuxedomoon; sin embargo a su llegada a Bruselas se encuentra con un momento crítico de la formación que lleva a la marcha de Blaine R. Reininger quien recluta a Belfer para que colabore en su segundo disco en solitario Night Air. La intencionalidad es muy parecida a la que tuvo David Bowie al contar con Robert Fripp para su disco Heroes y el resultado es de absoluta brillantez, con su guitarra enérgica y radiante entrelazada al violín, electrónica y voz de Reininger en un ambiente de melancolía noir, todo ello ensamblado por la producción de Gareth Jones quien le dá una aura de sonoridad continental a la que no es ajena su entonces pertenencia a los estudios Hansa de Berlín. Si embargo pese al entusiasmo de su editora Les Disques du Crépuscule y la tenacidad de Reininger y Belfer que sobrevivía sin permiso de residencia en un modestísimo apartamento cenando cada día a base de latas, el disco no tuvo la repercusión esperada y tras participar en una gira europea decidió volver a Estados Unidos.
Su trayectoria seguiría con otras colaboraciones, alguna banda sonora y varias producciones, pero sin duda su época más recordada será sus trabajos con The Sleepers y muy especialmente Tuxedomoon quienes de haber agrupado en un solo Lp los registros en que Belfer tocó (los eps No Tears, Scream with a View y la recopilación Subterranean Modern) hubieran convertido este en auténtico estandarte de la época, sin duda en su mejor disco sin desmerecer su posterior trayectoria. Night Air ha sido al cabo de bastantes años reconocido a través de varias reediciones que han llevado a pensar si la autoría del disco no debería haber sido compartida, así lo ha reconocido el propio Reininger. Por último, señalar que su fallecimiento prácticamente ha coincidido con la edición a cargo de Hozac Books de su libro When Can I Fly? The Sleepers, Tuxedomoon&Beyond con un extenso prólogo Jon Savage, que recuerda como en la entrevista a Sleepers en Search&Destroy en 1978 antes citada, Belfer se imaginaba un mundo futuro en que baratas computadoras personales domésticas llevarían a un mundo de información y entretenimiento que servirían como monitorización de entidades gubernamentales a lo que el entrevistador y director de la publicación Vale le responde que él se imagina teléfonos móviles en que puedas grabar todo en cualquier sitio. Realmente pese a sus adicciones o quien sabe si a consecuencia de ellas este durmiente era un visionario, su guitarra reverbera en el tiempo y ante su pérdida solo nos queda recogernos como cantaba Tuxedomoon "sin lágrimas para las criaturas de la noche".
The Sleepers con Michael Belfer en tercer lugar. (Search&Destroy número 6)
Blaine R. Reininger, Steven Brown y Michael Belfer (Foto del libro Tuxedomoon Chronicles, music for vagabunds)
Tuxedomoon en 1979 con Michael Belfer a la izquierda
Reininger y Belfer en la gira de Night Air
Rhythm&Noise, una de las destacadas colaboraciones de Michael Belfer tras la vuelta a San Francisco