Poco después de que el dúo barcelonés Escupemetralla acudiera a las fuentes de música clásica con su tema Agnosticienne basado en Erik Satie de nuevo prorrogan estos encuentros ahora con Richard Wagner concretamente con Götterdämmerung (El Crepúsculo de los Dioses), sus intenciones son expuestas en una notas que acompaña el vídeo de este tema que originalmente estaba incluido en la recopilación Confinescapes II editada por el sello República Ibérica Ruidista, en ellas manifiestan que el tema parte de una reflexión sobre como tres entidades como Escupemetralla, Emerson, Lake&Palmer y The Residents se disuelven en una sola en un mundo espiritual que al final se disuelve en la nada. Curiosamente el número tres aparece en dos discos de los grupos antes citados, Trilogy en los británicos y God in three persons en los norteamericanos. El número tres es el número del cenit y del ocaso, como Escupemetralla apunta, la desaparición esperada de cualquier dios a través del caos.
Barcelona vive en estos momentos un aire de desolación bastante wagneriano, tanto o más que las representaciones operísticas que el Gran Teatre del Liceu ha ofrecido siempre con asiduidad del compositor alemán teniendo como punto más álgido la representación en 1913 de Parsifal, estreno mundial de la obra adelántandose una hora su presentación en el Festival de Bayreuth. El hecho de que aparezca el Castillo del Grial en un enclave del noreste de España llamado Monsalvat hizo a toda la Renaixença catalana identificarlo como Montserrat iniciando un idilio con todo el romanticismo pangermánico, leyendas medievales que acoplan en ocasiones una idealización del pasado nacional y que se pueden ver representadas en el grupo de valquirias del Palau de La Música o en vidrieras del Cercle del Liceu, aunque quizá la mayor expresión de todo ello fue la decoración de la antigua sede de la Associació Wagneriana de Barcelona con murales de Adrià Gual o reproducciones de Franz Stassen. Ajenos a estos ambientes identitarios, otras cercanías a Wagner estarían en sus referencias simbólicas a cargo de Juan Eduardo Cirlot y Salvador Dalí que pintaría en Estados Unidos el telón de fondo del ballet Mad Tristan con la imagen de Tristán e Isolda que también se pudo ver en el Liceu en 1949 poco antes de que este decorado desapareciera.
La desolación de Wagner, eterno retorno a nuestros días, clamores contra deidades que rigen el destino, liderazgo de superhombres, la redención tras la destrucción y el refugio en la música que el compositor alemán consideraba una mujer, la valquiria, hidromiel tras la batalla.
Mime busca los hongos venenosos, grabado de Mariano Fortuny Madrazo autor también de La Walkyria que abre esta entrada.
Parsifal por el tenor Francisco Viñas
Interior de la Associació Wagneriana de Barcelona
Decoración interior de la Asociación con un cuadro de Adrià Gual y una reproducción de Franz Stassen
Salvador Dalí, escenario del ballet Mad Tristan
Influencia de mitología wagneriana en la publicidad de la época extraída del muy documentado estudio de Lourdes Jiménez sobre la influencia del compositor alemán en el arte español.
Una Barcelona de ensueño wagneriano ya desparecida: El cine Walkyria en la Ronda de Sant Antoni y el Café Oro del Rhin en la esquina de la Gran Vía y Rambla de Catalunya.
Páginas de programas de mano con representaciones de Wagner en el Liceu. Introducción a su mundo operístico más la masculinidad de Iranzo y los centros vitales de La Llave de Oro; distinción, dinero y poder.