Se veía venir, el Gobierno Central y la Generalitat han llegado a un acuerdo de mínimos para ampliar el aeropuerto del Prat y poder así convertirlo en eso que se ha llamado en la jerga de la nueva economía hub intercontinental que tanto añoran las star ups, el empresariado catalán y otros poderes fácticos pese a que algún informe exterior alerta de que podría no haber la demanda esperada. Esto significa la alteración del Delta del Llobregat aniquilando lo que quizá es su máximo exponente la Laguna de la Ricarda, pasaría en los próximos años salvo que la comisión europea lo deniegue. Ante esta posibilidad las autoridades de Aena intentan convencerlos con una supuesta compensación de nuevas zonas protegidas, una manera de sustituir lo insustituible, la laguna de casi un kilómetro de longitud por nuevos espacios que parecerán más bien las insípidas de los campos de golf.
Situada a escasos metros se encuentra la Casa Ricarda o Casa Gomis, construida entre 1949 y 1962 fruto de la relación del arquitecto Antonio Bonet y el matrimonio de Ricardo Gomis con Inés Bertrand. Ubicada en unos terrenos que la familia heredó junto a la laguna y el entonces aeródromo nos encontramos una destacadísima construcción arquitectónica con elementos racionalistas que invitaban al recogimiento e introspección, modernidad sin ostentación compartida por la fluida relación de Bonet y Gomis salvo las discrepancias de la inclusión de un enorme altavoz que el arquitecto veía exagerado a lo que Gomis le dijo que esto no transigiría pues la audición de música se tenía que convertir en uno sino el que más eje central de la casa, para ello se instaló un modernísimo sistema de alta fidelidad con la novedad del estéreo y la inclusión de un piano de cola Bechstein. En algún documental sus hijos nos constatan la importancia de la música en la casa, esta podía ser clásica, jazz o experimental y podía sonar hasta las dos de la madrugada.
Con esta inquietud miembros del Club Cobalto 49 de Barcelona como Joan Brossa y Josep Maria Mestres Quadrany representan allí una obra con la dirección musical del pronto productor de pop Alain Milhaud. Un año antes el concierto de inauguración contó con una acción de Mestres Quadrany que jugaba con las envolventes de los espacios de los asistentes que podían llegar a noventa personas. También se escuchó una composición de Roberto Gerhard quien poco después dedicó a la familia Gomis Bertrand su Concerto a 8 en un concierto grabado y emitido por la BBC. Otro representante del Club 49 como Carles Santos también protagonizó allí alguna velada musical como se puede ver en la foto que precede esta entrada.
John Cage pasaría también un inolvidable estancia en La Ricarda, en Empty Words recuerda este día de descanso degustando una sabrosa tortilla de patatas y las curvas del Garraf que le recordaba a las costas californianas después de haber participado en un concierto ballet que la compañía de Merce Cunningham ofreció en el Teatro Prado de Sitges en 1966 en que también participaron nada menos que David Tudor y Gordon Mumma. De las tres partes musicales dos eran propias Cage y la tercera de La Monte Young. No hay apenas más que unas fotos de este evento que llenó de público el teatro aunque si nos podemos hacer idea de sus dimensión viendo este documental del concierto que pocos días después ofrecieron en Saint Paul de Vence en la Provenza.
Como se puede ver un pasado esplendoroso de un espacio que con el acuerdo antes mencionado se queda en una situación delicadísima. Victoria Bonet hija del arquitecto declaraba con consternación el interés de universidades como Harvard, Cambridge o Buenos Aires ante la pasividad de las universidades catalanas. Lo que podía ser un perfecto lugar de creación artística amenazado por un ecocidio de contaminación de queroseno y acústica.
Como dicen sus moradores:"Aquella música que como protagonista o como fondo, estuvo siempre presente en los ensayos o en las representaciones ha dejado de sonar. El vacío que deja la ausencia de la vida en la casa queda patente por un silencio roto por el rugir de los motores. Llegados a este punto, la confluencia de factores nos deja una casa intacta, pero inhabitable, colmada de objetos, pero vacía, cargada de un silencio que delata las ausencias".
El Club 49 y su antecedente de Discofils Associació Pro-Música