jueves, 23 de mayo de 2013

DANIELA CASCELLA En Abime: Listening, Reading, Writing



As I listen to sounds and then set out to write, I become more and more aware of my distance from them. My words cannot capture them: they let them go astray, dissolve. Instead, my words inscribe sounds with their own presence; they answer the enigma of sounds with yet another enigma.

I think of Writing Sound as the mapping of the experience that drives it, in constant motion between feeling, knowing, undertstanding: to shape, report or recall an act of listening in words is an inclusive gesture, not an abstraction. It is driven by a way of seeing and telling the world, ingrained within words that necessarily branch out the aural dimension as such to reach characters and places and memories, woven again and again into the now.

No se me ocurre mejor manera de empezar esta reseña del libro de Daniela Cascella que con dos extractos en el que la periodista italiana afincada en Londres reflexiona del conflicto de acumulación de sus momentos personales de oir, leer y escribir, algo que se acentúa seguramente ante su labor literaria en el periodismo musical donde muchas veces estas confesiones son vistas con recelo, de esta manera este libro es una evolución personal de su anterior  Scultori di Suono escrito durante su época de redactora en la revista Blow Up, las fragmentaciones reduccionistas de sonido y memoria de la experimentación musical de los noventa son aquí casi utilizadas en evocaciones y revelaciones con escritura rítmica con un paralelismo de simetría, pausas y "fade outs".

Protagonistas en libro son en primer lugar la ciudad de Roma y su sentimiento de solitud a través principalmente de Pasolini, los años de turbulencia política que desembocan en el asesinato de Aldo Moro cuyo anuncio en la televisión de su familia provoca un inquietante silencio, la nostalgia de los trabajadores cantando Bella Ciao, los descubrimientos de la adolescencia como el grupo italiano CCCP o Kraftwerk.

Oros lugares de referencia en el libro son New York a traves del pintor William Baziotes cuya relación con John Cage había sido rastreada previamente por la autora o Berlín donde relata un encuentro con Mika Vainio del que también anteriormente había publicado un detalladísimo artículo. Otro explorador sonoro con quien comparte el interés de la relacion de escritura y sonido es Steve Roden del que relata  sus instintivas traducciones del poeta sueco Pär Lagerkvist, aún sin saber este idioma, basándose en su sonido y por qué no, musicalidad.

En Abime está en cierta sintonía con las sinestesias del mundo sónico del libro Sinister Resonance de Dadid Toop con quien ha compartido varios proyectos y también pienso yo con otras instrospecciones personales de periodistas musicales como Words and Music de Paul Morley o el Novövision de Yves Adrien con quien coincide en una escritura de elipsis temporales, casi tan fílmica como literaria.

Pier Paolo Pasolini ante la tumba de Antonio Gramsci en el cementerio protestante de Roma donde también se encuentran las de los poetas ingleses Shelley y Keats.

                                              Pinturas de William Baziotes y John Cage


sábado, 11 de mayo de 2013

BERND Y HILLA BECHER Paseo industrial por la zona del Rühr



Hace algún tiempo aproveché la visita que hice a un amigo en Düsseldorf, para visitar los alrededores de la capital por todo el área del Rühr. Una repentina parada del tren me permite ver por la ventanilla un generador eléctrico idéntico al que figura en el interior de la portada del primer disco de Kraftwerk, correspondiente a una fotografía de la pareja Bernd y Hilla Becher, a los que entonces desconocía y que poco después pude identificar en un libro con varias fotografías, que luego reconocería vagamente de lugares por los que pasé durante esos días.

Hilla que procedía de Postdam se quedó fascinada a principios de de los sesenta al conocer toda la zona del Rühr tan distinta a su lugar de origen, su encuentro en la Düsseldorfer Kunstakademie con Bern Becher originaría una singular pareja artística cuyas plasmaciones en fotografía de diferentes lugares de paisajismo industrial como torres de agua, silos o altos hornos no solo constituyen un ejercicio de memoria ante lugares muchos de los cuales están destinados a su desaparición, sino además una actitud romántica de estos enclaves en que ellos declaran percibir alma, memoria y personalidad, ausentes siempre de personas parece que casi estamos viendo esculturas; todo ello siempre en un blanco y negro coincidente con otros habitantes de ese habitat como eran gran parte de las fotos de Gerhard Richter o el primer Wim Wenders.

Su obra fotográfica no solo está centrada en Alemania, en Estados Unidos captaron perfectamente su singularidad y como anécdota decir que en la recta final del franquismo intentaron fotografiar los altos hornos de la Ría del Nervión, pero fueron disuadidos por las autoridades que pretendían que lo hicieran con instalaciones más modernas no dándoles permiso.









jueves, 2 de mayo de 2013

ULTIMO RESORTE Concierto Hospital Psiquiátrico Sant Boi 1979




De toda la escena punk barcelonesa con que nos relacionábamos los miembros de Xeerox estaba claro que el nervio y fuerza de Silvia y Juanito tenía que canalizarse en un grupo como al fin fue Ultimo Resorte, lo que ya fue todo un desafío es que su primer concierto fuera nada menos que en el Hospital Psiquiátrico de Sant Boi. Allí acudimos en una tarde de noviembre de 1979 y nada más atravesar la puerta principal los pacientes se dirigían a nosotros para guiarnos hasta el teatro de esa institución, no sin antes pedirnos una pequeña propina. Lo que aconteció fue delirante, antes de su actuación fueron precedidos por varias agrupaciones de música y baile folklóricas recibidas con cierto desdén, nada que ver con cuando aparecieron Ultimo Resorte, enseguida se levantaron de los asientos, jaleando como podían los temas y aplaudiendo a rabiar, incluso tirando monedas al escenario, la letra de uno de sus temas "Electroshock" era profética: "Escupe! Escupe! a la televisión, necesitas un electroshock de rock".

Desde la antigüedad la locura se ha intentado curar con danzas en canciones para mitigar una enfermedad que se creía que era una posesión del diablo y en la actualidad la musicoterapia ha llegado también a los hospitales mentales, siendo su efecto más interesante los efectos vibracionales en el cuerpo. Graeme Ravell que trabajaba de enfermero en un Hospital Psiquiátrico de Sidney bautizó su grup SPK como referencia al colectivo de pacientes de Heidelberg Sozialistisches Patientenkollektiv, cuya máxima era que la locura existía por el sistema capitalista. Poco antes del concierto de Sant Boi, The Cramps efectuaron uno similar en el Napa State Mental Hospital en que igualmente la audiencia vibraba ante el poder de la diversión y la sustitución del orden diario. Igualmente cercano en el tiempo los californianos Screamers lo hicieron en el Camarillo State Mental Hospital donde los pacientes creían que los músicos eran internos también.

Volviendo a Ultimo Resorte decir que recientemente ha aparecido en disco la maqueta que poco después (1980) grabaron y que constituye para mí su momento más brillante a lo que nos es ajeno la potente guitarra de Jordi Guber en lo que fue su  primera experiencia musical antes de su deriva electrónica (Lineas Aéreas, Metropakt, Velodrome).


En la foto de arriba Juanito, Silvia y Miguel antes del concierto. En la de abajo una instantánea del concierto con los miembros de Xeerox bajo el escenario.


                                        Dependencias del Hospital Psiquiátrico de Sant Boi