Bienvenido a Silberland, donde las calles están pavimentadas con luces estroboscópicas. Hogar de luces de neón, líneas rectas y caminos abiertos, esta fantasía futurista se fundó por primera vez a mediados de los 70, cuando la clase creativa de Alemania eligió la terapia musical para satisfacer su alucinación compartida de una nueva Europa.
Con este texto, el sello alemán Bureau B nos presenta uno de sus últimos lanzamientos la recopilación Silberland The Driving Side of Kosmische Musik 1974-1984, un escaparate ideal para introducirse en su extenso catálogo con muchos discos inéditos o reeditados especialmente del sello Sky Records también radicados en Hamburgo. No sé si conscientemente o no el título puede remitir al tema Silberland que Wolfgang Riechmann incluyó en su disco de 1978 Wunderbar, una mezcla de música planeadora más lúdica que la ceremonial berlinesa y la flamante música electrónica de Düsseldorf que en esos días empezaba a ver las primeras formaciones de la Neue Deutsche Welle que cogían el relevo del kraut rock en sus últimos momentos. La ciudad latía con exultantes veladas de la vanguardia artística bajo la luminotecnia estroboscópica de la discoteca Creemcheese, el "future is calling" que entonaba Klaus Dinger en La Düsseldorf y el jovial deambular en el Mercedes B 220 de Wolfgang Flür junto a su amigo Wolfgang Riechmann quien malogradamente vería su trágico final ese mismo año cuando fue acuchillado en un bar de esa misma ciudad, un devenir digno de alguna película de Fassbinder que como otros cineastas captaron en el celuloide imágenes muy cercanas a estos entornos como pueda ser Wim Wenders resaltado por la fotografía de Robby Müller.
La línea "motorik" se ha hecho una de las señas de identidad más características de eso que se ha llamado Kraut, término que muchos de sus representantes siempre han repudiado. Itinerarios que alternan paisajes industriales y reflejos titilantes de ciudades con brumosos bosques o recónditos lugares como Wümme o Forst donde Faust o Harmonia se reunían para componer. Un rock psicodélico
que desde la improvisación evoluciona hacia una horizontalidad hipnótica y minimalista. Sus cimientos se identifican claramente en el Mother Sky de Can (1970), el Hallogallo de Neu (1972) o el Autobahn de Kraftwerk (donde el coche no solo contribuye a una evocación, sino que también constituye el propio instrumento musical) y en la reconducción de todo ello por el productor Conny Plank. Indudablemente, el ideario de la road movie norteamericana está en el retrovisor de todos estos músicos y cineastas alemanes que sin embargo, a su vez han marcado grandes influencias a posteriores lanzamientos de índole tan variada como Theme for great cities de Simple Minds, Automotivation de Cabaret Voltaire o la excelente recopilación Nightlands (ver aquí anterior entrada), por no hablar de multitud de ejemplos del llamado post rock de los noventa, década que vió un inusitado interés por muchos de los artistas incluidos esta recopilación como es el caso de Harald Grosskopf, Cluster, Conrad Schnitzler, Moebius&Plank, Faust, Thomas Dinger (La Dusseldorf) o el pseudopop mutante de Asmus Tietchens y Pyrolator. Este redescubrimiento se hizo también extensible en diferentes libros, de uno de ellos Future Days escrito por David Stubbs elijo este extracto muy ilustrativo de toda esta vibración e ideario del disco:
Al escuchar "Hallogallo", el tema que abre el álbum de debut de Neu! resulta tentador pensar que el dúo ya ha cumplido su misión. El principio "motorik" ha sido establecido de manera inmediata y para siempre. Este es el sonido del que Neu!, e incluso el krautrock en sí mismo, se han vuelto casi sinónimos para las generaciones siguientes. Podían haber hecho las valijas ahí mismo. Pero tocar sin un mandato y seguir haciéndolo guiados solo por el propio instinto y la falta de inhibición, como curiosos representantes de una nueva generación de músicos, los convertía en el sonido potencial de una nueva Alemania -moderna, abierta, en paz consigo misma-, palpitando con seguridad y optimismo lo que se avecinaba en el horizonte. No solo una nueva Alemania, sino un mundo nuevo, esperanzado, cromado, energético.
Conrad Schnitzler
Cluster, entre lo idílico y lo maquinal