El Festival de cine de Cannes presentaba este año como uno de sus reclamos una versión restaurada del film La Maman et la Putain, el film de Jean Eustache de 1973 que en su estreno en ese mismo año causó la indignación de Ingrid Bergman presidenta del jurado que se preguntaba si Francia no tenía nada mejor que ofrecer habida cuenta que su otra película presentada era La Grand Bouffe. Tuvieron que pasar tres años para que en una visita del director a La Filmoteca de España esta se pudiera exhibir y muchos años después en 1994 de manera inesperada pudimos verla en la televisión gracias que Fernando Trueba la eligió en el programa Mi Película Favorita y de esa manera amigos y allegados pudieran grabarla en vídeo.
No voy a hablar aquí de las excelencias cinematográficas de unos de los mejores filmes franceses de la historia, si querría apuntar el papel que tiene la música para la que Eustache no llamó a ningún compositor, pues en el film solo oímos sonidos de tomas directas, unas veces el sonido de los coches de fondo mientras los protagonistas hablan en los cafés o deambulan por las calles parisinas y sobre todo el sonido de los discos que durante todo el film suenan desde el apartamento de Alexandre (Jean-Pierre Léaud) y Marie (Bernadette Lafont) y las visitas de Veronika (François Lebrun). La música que ellos oyen no tiene que ver con cantantes que podrían parecer afines como Barbara o Briggitte Fontaine, lo más contemporáneo es un disco de un concierto para grupo y orquesta de Deep Purple que escucha fundamentalmente Marie quien también protagoniza la escucha altamente emocionada de Les amants de Paris de Edith Piath (les amants de París couchent sur ma chanson...). Los momentos reflexivos un tanto histriónicos de Alexandre vienen marcados por el Requiem de Mozart al igual que le ocurriera a Leaud diez años antes en el corto de Truffaut Antoine et Colette donde el tocadiscos también tiene un lugar destacado en su apartamento aparte de su relación como trabajador en una fábrica de discos y oyente de sesiones del círculo de Pierre Schaeffer.
El apartamento donde transcurre casi todo el film pertenecía a Catherine Garnier responsable del vestuario de la película y expareja del propio Eustache quien en una foto del rodaje se le puede ver junto al tocadiscos que sin duda le resultaría familiar. Sin duda el personaje de Alexandre es el alter ego del propio Eustache, no hay que olvidar que con François Lebron había tenido una relación y que el personaje del amigo más cercano que aparece en el film está basado directamente en su colega de dandismo diletante Jean Jacques Schuhl que ese mismo año publicaría su emblemática Rose Poussière, es tentador imaginarlos con sus foulards deambulando por sitios tan icónicos del París de entonces como Les Deux Magots, Café de Flore o Le Train Bleu.
Diferentes capturas del film La Maman et la Putain dirigida por Jean Eustache