Durante todo este periodo de aislamiento pandémico han sido considerables las propuestas de reflejar las vivencias e impresiones a través de composiciones musicales. En el área en que se mueve la escena electrónica y experimental la condición de extrañeza del músico aislado es relativa desde hace unas décadas como prueba la "home tape network" de los cassettes en los ochenta o esa línea de dark ambient que se llamó aislacionismo en la siguiente década. En todas ellas se pueden encontrar numerosas grabaciones de mundos amenazantes y desasosiego aunque el entorno era más bien ficticio a diferencia de ahora que es real, la incertidumbre se ha convertido en mortalidad, el rastreo y vigilancia ha dejado de ser una fantasía cyberpunk y la administración del miedo apunta a la resignación.
Los primeros días de alarma no dejaban de retrotraerme al envenenamiento masivo del síndrome del aceite tóxico, el mayor desastre de salud pública que ha habido en Europa que pese a haber tenido una mortandad de más de mil personas solo en sus primeros meses de expansión se encuentra en una absoluta amnesia colectiva en nuestro país. Los hospitales de Madrid llegaron a un colapso sanitario ante el creciente número de contagios de lo que se calificó como una neumonía atípica mientras el ministro de Sanidad declaraba que el mal lo causaba un bichito, tan pequeño que si cae de la mesa se mata. En esos días, concretamente en septiembre de 1981 fui a una fiesta tecno en la sala Golden Village en la que actuaban Metal y Ca, Oviformia Sci y Los Iniciados, a la salida encontré un bar donde tomarme un tentempié y allí asistí a una escena difícil de olvidar, un hombre le dio un recipiente de aceite al camarero en la barra para que le cocinara el bikini que había pedido ante el temor de ser contagiado. Ese miedo latente contrastaba el futuro lleno de tecnologías incipientes y lúdicas que plasmaban los grupos que había visto poco antes, está claro que en tiempos adversos haya momentos para la evasión pero es difícil de entender como no había en ese periodo de ebullición musical ninguna muestra que reflejara ese drama.
Este recuerdo de plasmar un drama humano me viene de nuevo a la cabeza de nuevo al abordar el ofrecimiento de Sergio Sánchez para participar en la recopilación de República Ibérica Ruidista Confinescapes acerca de la experiencia del confinamiento. Busco un sonido de dolor al final lo encuentro captado entre los gritos de auxilio de los habitantes de Wuhan, el impacto del sonido aislado y repetido es intenso pero al final decido acoplarlo a un fondo que remite a la sosegada música corporativa electrónica ambiental japonesa de los ochenta algo que me ha dado por explorar justo en esos días, seguramente es una contradicción pues se trata de dos mundos opuestos pero es el reflejo de que acaso tu vínculo al dolor no es más que el que percibes estas semanas por internet, omnipresente, del desastre a la contemplación desde tu zona de comfort. También en la red se puede encontrar la recopilación Viaje alrededor de mi cuarto completada hace pocos días por Wet Dreams Records, de nuevo la idea de la experiencia personal de la reclusión tomando como punto de partida este libro de Xavier de Maistre cuyo protagonista aislado se mueve en un reducido espacio cuyos objetos alrededor le originan todo tipo de ensoñaciones ignorando la dimensión del lugar y el tiempo exterior, Turín 1789; como dice el autor en una línea los instantes y los siglos, es el título que decido poner a la pieza con que contribuyo a esta recopilación.
Como apuntaba en la primera líneas son muchas las experiencias sonoras del confinamiento como es Ruido Vírico dirigido desde Audiotalia, pero me gustaría recoger de mi entorno más cercano las profundas modulaciones de Javier Piñango con título elocuente, Aislamiento, lejía y reparación o la hipnótica filmación que Florenci Salesas obtiene de las calles de Sitges a primera hora del día que precedió al estado de alarma, suya es también la impactante ambientación sonora. Por último dos muestras surgidas cerca de mi casa en el barrio de Horta, la cadencia rítmica de rabia contenida del tema Warriors against the fucking virus compuesto por Frans Beltran para un film imaginario y en el otro lado del barrio en la zona norte del pequeño núcleo de la Font del Gos el diario sonoro de Julio Cesar Palacio, grabaciones de campo desde este singular enclave donde aún se aprecian los distantes ruidos urbanos disminuidos estos días junto los más cercanos sonidos naturales de la Sierra de Collserola reflejada en la portada, contemplándola ansío volver a pedalear por la carretera que aparece lo antes posible.
Confinescapes - República Ibérica Ruidista
Florenci Salesas / Sitges ningú res
Julio Cesar Palacio / Covid- 19 Sound Diary