Pese a que todavía no se ha podido presentar al público debido a las sucesivas sacudidas de la pandemia sí que al menos en este espacio me gustaría anunciar El archipiélago sideral (una pastoral interestelar), la edición número 12 de los Libros de La Micronesia, colección de libros de artista editado por De la Pulcra Ceniza que en esta ocasión toma como punto de partida los versos que Arthur Rimbaud escribiera a la altura del verso 85 del libro El Barco Ebrio donde en un estado de videncia absoluta contempla los archipiélagos siderales. Considerando que el formato de esta colección tiene un envoltorio semejante al del estuche de un compact su director Juan Miguel Muñoz decidió para esta ocasión que el lector si encontrara un disco para lo que confió en mí en que pudiera hacer la música, algo que me ilusionó enormemente habida cuenta de la admiración que tengo por esta colección. Nada más leer los versos pensé que Rimbaud había sido un poeta que en el mundo de la música había trascendido especialmente en los círculos del rock neoyorkino de los setenta (Patti Smith, Tom Verlaine, Richard Hell), en un ámbito más cercano al mío me acuerdo de la apropiación de su apellido por Penny Rimbaud de Crass y Robin Rimbaud de Scanner pero ciertamente no encuentro rastros claros en ellos del poeta francés salvo una identificación de creatividad y rebeldía adolescente. Vuelvo a leer los versos, me llega "el vaivén ruidoso de la marea airada", es evidente que me tengo que salir de los arquetipos de la "space music" pero me hace gracia que verbos recurrentes a ella como flotar o navegar tengan también una dimensión marítima, si transito por ella será a través de un océano "solariano" empezando a modularlos con tonos y frecuencias para una noche sin fondo.
Fondo sonoro para un bosque sideral. "El ruido sedoso del viento en la fronda y el sonido melancólico en la esquila".
Al igual que en los tiempos de Rimbaud las islas más esquivas fueron solo posible vislumbrarlas con el catalejo, los estados de ensimismamiento y revelación que vivió Rimbaud son preludio de los que en libro narra Juan Miguel Muñoz a través de una sucesión de cosmonautas que sin ningún vínculo anterior con la poesía los trasladan a través de borradores y breves poemarios; es el caso del ruso Vladimir Kino asesinado por la secta Isola Solaris por traspasar arcanos superiores. Semejante visión de trance poético se encuentra años después en el norteamericano Alexander Wyle tras cruzar en solitario el sistema solar hasta los límites de la heliopausa y depositar en puntos de una órbita asignada contenedores de grafito. Su voz tras llegar a la Tierra después de una hora expresaba: "Un gran diamante se ha interpuesto en el camino de la carga. La arista de una inmensa luz rota en facetas ha pasado su filo impecable sobre el metal. El acero ha sangrado y el grafito ha fluido en regueros de hollín". A su regreso fue diagnosticado con el Síndrome de Inspiración Verbal Súbita Espacial una especie de neurosis visionaria a la que se añadió las dudas de su autenticidad deudora según algunos estudiosos de Vladimir Kino. Algo de mejor suerte tendría Kathy Powell cuyos poemas Canícula Orbital llegaron incluso a distribuirse con una edición limitada en la librería City Lights. Basados en su avistamientos mientras su nave se acrecaba al asteroride Pyro, fueron recuperados del olvido por un presentador de late night televisivo que aseguraba tener contacto con William Burroughs a través de sueños donde le hablaba con su voz cavernosa acaso recordándole su creencia de que el hombre es un artefacto diseñado para el viaje espacial.
El diccionario científico de Trévoux de 1752 Relatos cosmológicos nos dice: "multitudes de islas nacientes surgieron de los mares de la región de las tempestades como osamentas y nervios de la tierra". Sin embargo esta terra incógnita de dimensión paradisíaca o infernal desaparecería en el siglo siguiente de Rimbaud, con la desaparición de la navegación a vela sustituida por el vapor y la mayor precisión cartográfica como apunta Juan Miguel Muñoz en el último capítulo Hacia la Polinesia Estelar:" De manera doblemente profética Rimbaud no solo ha señalado el solar del cielo como nuevo vivero de islas, también augura que serán ínsulas inmateriales. El acceso traumático de islas y su impacto sobre el mar de los sargazos de la mente es el del pasado. El futuro es indoloro porque los archipiélagos siderales tienen la consistencia de la luz: fotones puros que accederán hasta la mente de manera incruenta. Por epifanía". En el siglo XX otra adolescente la británica Jocelyn Bell capta en la Universidad de Cambridge diversas señales de pulsares, señales de radio intermitentes que actúan como un faro en el firmamento y que llegan a pensar en su momento hacia mensajes extraterrestres, sus representaciones gráficas reproducidas en la Cambridge Enciclopedyc of Astronomy serían alteradas por Peter Saville para la portada Unknown Pleasures de Joy Division cuyo cantante Ian Curtis tenía en Rimbaud un referente de ebria adolescencia y osamenta esperpéntica.
Para cerrar esta singladura de deriva paradisíaca Juan Miguel Muñoz escribe: "La injuria de los años caerá sobre nosotros; la usura del tiempo y el aguacero constante de la muerte sobre la escarcha de la carne y el polvo del planeta lo arrastrarán todo al sumidero. Este mundo habrá mudado de piel una y otra vez el día memorable en que desde la sonda Rimbaud (qué otro nombre se le podrá imponer si no ese) llegue una imagen de islas remotas, la primera instantánea de un archipiélago sideral: islas y calcio luminoso en el confín de un cosmos negro y cárdeno de polvo y roña sublimes". Esta narración del tramo final de la sonda pienso puede estar evocada en paralelo por mí en la pieza con que acaba el disco, Simiente de Astros, con ello cierro un viaje de lo pastoral a lo crepuscular.
William Burroughs y Stanislaw Lem como oceáno cosmonautas del siglo XX