Difícil olvidar la primera vez que escuché algo de Eduardo Polonio, fue en el programa de Radio Nacional de España Para Vosotros Jóvenes en 1975 cuando su director Carlos Tena presentó el disco It de Música Electrónica Libre, duo compuesto junto a Horacio Vaggione que había publicado este disco en el sello Movieplay-Gong especializado en eso que se llamó rock progresivo con raíces, toda una experiencia oír estas dinámicas repetitivas en el espectro radiofónico a la hora de la merienda. No hacía mucho que la música electrónica había calado en mí a través del Radioactivity de Kraftwerk, pero pensar que este tipo de sonoridades podían surgir de este país para mí era inaudito. Este interés se acrecentó con la entrevista de dos páginas que poco después les hizo en Disco Express Antonio de Miguel, autor del libro sobre Rock Alemán en la que da cuenta de sus años anteriores que incluyen una actuación del duo en los Encuentros de Pamplona, sus experiencias en el Laboratorio Alea de Madrid y el Grupo Koan o su participación en el estreno europeo de In C de Terry Riley, todo ello un auténtico milagro en la España franquista. Dos años más tarde lo conocí en la tienda Gay&Co colgando un cartel de su actuación en la Galería Matisse y un poco después visité junto a Víctor Nubla su casa estudio en Poble Nou, donde me quedé maravillado de ver todos sus artilugios electrónicos.
La compositora Maria de Alvear guarda también una impronta personal de Eduardo Polonio cuando a sus 9 años asistió en Madrid a uno de sus conciertos gracias al ambiente artístico en que creció, años más tarde lo tendría como profesor antes de tu traslado a la ciudad de Colonia y ya en el ámbito de editora de arte sonoro como Maria de Alvear World Edition contaría de nuevo con él a través del disco Proprio Motu. Más recientemente, en concreto el año pasado, la aparición del libro Eduardo Polonio, del serialismo al multimedia, un recorrido a través de toda su obra desde su primera obra para la banda sonora de Che Che Che en la faceta de anticine de Javier Aguirre hasta sus últimas composiciones electroacústicas que también se pueden oír en el cd que acompaña este libro que cuenta con varias semblanzas además de recuerdos y reflexiones del propio Polonio llenas de sabiduría y naturalidad. Mención especial a toda la documentación gráfica de sus anotaciones musicales de sugerentes gráficas tanto de estructuras rigurosas como abiertas.
La edición del libro se hizo coincidir con la celebración de sus ochenta años, una edad que lleva con brío, le sientan bien las tierras onubenses, habida cuenta de los temas del cd del libro que tanto pueden ser apreciados en el ámbito del arte sonoro de esta edición como podrían estar en sellos más abiertos estilísticamente de experimentación electrónica, un caso muy parecido al que ocurre con Beatriz Ferreyra; esto no es nada nuevo habida cuenta de sus registros en sellos como Geometrik, Nuevos Medios, Luscinia, La Olla Express o festivales como Experimentaclub, LEM o Morada Sónica. Como bien señala, su carrera como compositor es pareja a la música electroacústica en España, pero los acercamientos a este tipo de editoras le ha hecho contar con un número de lanzamientos bastante mayor a los habituales de los círculos de música contemporánea, todo ello ayudado por sus acercamientos al minimalismo al que llegó de una forma intuitiva y autodidacta. Su itinerario ha alternado estas tonalidades con otras más poliédricas surgidas del azar o por la matemática unida a la computación o al universo, Turing y Kepler personajes homenajeados y referenciados por el músico en algunos de sus trabajos que el lector podrá apreciar con más detalle en este gratificante libro.
Eduardo Polonio junto al EMS synthi 100 recientemente restaurado del Laboratorio de Música Electroacústica de Cuenca. Foto de Santiago Torralba, colaborador en varios de sus proyectos como el siguiente vídeo Segundo naufragio, tema incluido en el cd que acompaña el libro.
Esto esta muy guay genial!!!
ResponderEliminar