La ciudad de Brasilia cumple ahora seis décadas, el proyecto socialista de una ciudad utópica, moderna y vanguardista donde desaparecieran las clases sociales se materializó en un tiempo record sobre la nada, en una extensa meseta con el trasfondo del poder del hombre sobre la naturaleza y la arquitectura ordenando la vida de los individuos pese a las buenas intenciones de Oscar Niemeyer. En uno de sus edificios más emblemáticos tiene la residencia su presidente Jair Bolsonaro, todos los que piensan en la ciudad con su declive y decadencia tienen más argumentos que nunca cuando ven al mandatario hace unos días dándose un baño de multitudes montado a caballo, su discurso autoritario y militarista está en las antípodas de la bucólica Sinfonia da Alvorada con que Antonio Carlo Jobim y Vinicius de Moraes inaguraron la ciudad, con el inmediato tropicalismo futurista o el cinema novo de cuyo esplendor quedan huellas en un film reciente Era una vez Brasilia donde en 1959 un agente intergaláctico recibe la misión de matar al presidente de la república Joscelino Kubitschek el día de la inaguración de Brasilia, el agente aterriza en Ceilândia la ciudad periférica originaria de su director Adirly Queirós llena de marginados y proletarios tal como es en la actualidad, una zona desolada que contrasta con la pulcritud de la capital solo amenazada por las decenas de ratas que se pasean estos días alrededor de la deslumbrante residencia presidencial del Palacio de Alvorada pese a las constantes fulmigaciones.
Las inconfundibles lineas arquitectónicas de la ciudad han aparecido en multitud de portadas de discos que evocan sonidos de seducción, de cocktail de ciudad de congresos, música fundamentalmente instrumental de bossa nova, jazz o pop orquestal. La supuesta línea vanguardista que buscaba la ciudad acaso hay que buscarla en el compositor Jorge Antunes que desde hace casi cuarenta años ha ejercido la enseñanza musical en la Universidad de Brasilia, su pieza de 1962 Valsa Sideral fue la primera pieza íntegramente electrónica que se compuso en el país y bien podía completar las fotografías que ese mismo año realizó René Burri llenas de una atmósfera artificial, como decía Clarice Lispector " Brasilia, tan artificial como debía sel el mundo cuando se creó".
Brasilia vista en blanco y negro por el fotógrafo René Barri, 1962.
Jason Oddy, tratamiento fotográfico de la residencia de Oscar Niemeyer en Brasilia
La artista visual Ana Vaz (Brasilia 1986) desde su filmación Sacris Pulso
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