miércoles, 26 de octubre de 2022

Confidencias ante el colapso desde el libro de David Granda Planes para conquistar Berlín



En 1985 visité Berlín por primera vez, de aquellos días guardo un especial recuerdo de cuando acudí al Café Mitropa, por entonces junto al Risiko uno de los sitios de encuentro de la escena post punk berlinesa y de toda la agitación de Geniale Dilletanten entre los cuales quizá esperaba encontrarme con gente de la banda Sprung Aus den Wolken con quien tenía contactos a través de Krishna Goineau como su líder Kiddy Citny o Thierry Noir autor de las primeras pintadas del  histórico muro que yo había visitado pocas horas antes, un sitio que sin duda dejaba huella . Este lugar de encuentro era peculiar, pues se alternaba esta escena con gente más normal que simplemente se iba a tomar un café con leche, quizá por ello sorprendía una luz tan blanquecina que acentuaba la palidez facial de muchos de los clientes, una extraña mezcolanza que también había vivido días antes en el Café Slavia de Praga en este caso personificado por disidentes, escritores, bohemia hippie, punks o gentes de embajadas como una persona de la norteamericana que se nos presentó en la mesa como insólito y desconcertante anfitrión. Para conectar estas dos ciudades un recorrido que en coche supone poco más de tres horas pero que en nuestro caso se extendió bastante más ante el parón provocado por el cruce en la ciudad de Dresde de varios convoyes de unas maniobras del Pacto de Varsovia con algunos de sus ocupantes mirando con seriedad nuestro Seat 127 entre los Traband alemanes. Al declinar el día punto final del recorrido al lado del Europa Center ya en Berlín occidental, la estrella del neón azul de Mercedes Benz me hacía recordar al instante el Heroes de David Bowie sonando en la película Christiane F.

El libro Planes para conquistar Berlín de David Granda editado por Libros del K.O. me ha servido a nivel para refrescar la memoria sobre el lugar, pero sobre todo para conocer los entresijos que la Stasi, servicio de inteligencia de la RDA tenía para rastrear el underground del país y especialmente el movimiento punk. De todo ello puntualmente ya sabiámos pero la novedad es que David Granda nos ofrece insólitos detalles a través de los informes que los archivos de la Stasi a que ha tenido acceso después de que acudiera en primera estancia a ellos para recabar sobre los que constaba las actividades de David Bowie a raiz de su concierto junto al Reichtag en 1987 que provocó altercados al otro lado del muro. A consecuencia de estas consultas, el autor descubre que ese mismo año se celebra en la iglesia del Mitte berlinés oriental de Zionskirche un concierto conjunto de la banda alemana occidental Element of Crime (disco en Ata tak) acompañados por el grupo punk local Die Firma. El evento finaliza con un asalto skinheads neonazis. En capítulos posteriores el lector descubrirá atónito que el cantante (Frank Trüger) y la bajista de la formación (Tatjana Besson) eran confidentes de la Stasi, con ella el autor tiene una reveladora entrevista como también con muchos de los personajes que aparecen en este libro coral cuyo "dramatis personae" reúne a sesenta personas: artistas, activistas, periodistas, fotógrafos, disidentes, detectives, escritores, políticos y músicos como David Bowie, Nick Cave, Gudrun Gut, Nico, Hans Joachim Roedelius, el mísmísimo Víctor Manuel o Blixa Bargeld del que se recogen unas sorprendentes declaraciones en relación a su nulo interés en cruzar la frontera a Berlín Este ante su complejidad, toda una paradoja para el destacado miembro de Einstürzende Neubaten, banda venerada al otro lado del muro a través de las ondas radiofónicas, casetes o como pasaba con otras formaciones discos que traían los jubilados (a los que se les permitía en tránsito entre sectores) camuflados con portadas de Abba.

Las autoridades comunistas decidieron confinar el punk al círculo disidente de las iglesias protestantes, lo veían como un fenómeno invasor, algo parecido a lo que sucedía en Euskadi a finales de los setenta con la izquierda abertzale que sin embargo luego intentaron reconducir. Es en estos circuitos cuando en el colofón del libro aparece la figura de Mark Reeder antiguo amigo de los miembros de Joy Division que tras su traslado de residencia a Berlín decide montarles un concierto en la ciudad, al día siguiente visitarían el lado este que Reeder comenzó a frecuentar organizando conciertos o produciendo discos para un grupo muy influenciado por los de Manchester como Die Vision cuyo cantante fue también colaborador de la Stasi. Reeder se movía con gran soltura en el Berlín oriental pese a que en el otro lado se paseaba con uniformes nazis, algo que parecía no inquietar en demasía en los informes de la Stasi que lo calificaba como decadente subversivo. No es de extrañar que todo su periplo diera lugar una película, ni tampoco los rumores acerca de su pertenencia a la agencia de inteligencia exterior del Reino Unido, el M16, algo que no sería de extrañar  como reconoció una experta en espionaje a David Granda. Este tipo de indagación hace que el libro atrape enormemente no solo por su historia sino por las vivencias y derivadas que el autor habrá vivido en el curso de su acceso a los expedientes.

                                             David Bowie en Berlín Este

                                           Tatjana Besson, cantante y bajista de Die Firma
              

El ambiente de los conciertos de Berlín oriental captado por Harald Hauswald, su fotógrafo más representativo.

Nina Hagen con su padrastro el cantante y disidente Wolf Biermann vigilados por la Stasi a principios de los setenta.

    Un ejemplar deIch und mein staubsauger, destacado fanzine de Berlín Este

                                                 Café Mitropa, 1980. Foto Hildegard Ochse

                                            El muro de Berlín con pintadas de Thierry Noir


2 comentarios:

  1. Praga, Dresden, Berlín. Mediados de los 80...un fascinante recorrido el que narras. Envidia sana.

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    1. Gracias Jaime por tu seguimiento. Ciertamente fueron unos días que mi impactaron, no era lo mismo llegar a Berlín desde nuestra area que hacerlo desde el bloque comunista donde si uno se sumergía también había una creación subterranea de lo más atractiva como muestra este libro en el caso de Berlín Este desde donde como dice el autor "brillaban los neones de Berlín Occidental, la ciudad -Estado experimental subvencionada por la OTAN".

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