Para los que no lo sepan, decir que me gusta mucho Blondie, sus cuatro primeros discos me parecen fantásticos y su escucha provocaba un contagioso entusiasmo no exento de momentos con mucha más inquietud, como muestra su inolvidable concierto en el Canet Rock de 1978 con la punzante guitarra de Chris Stein y una Debbie Harry que alternaba sacudidas de movimiento y la más absoluta inmovilidad. Toda esta derivada es difícil de llevar en un grupo cuando empiezas a vender millones de discos en todo el mundo y es en este contexto cuando ellos dos conocen a H.R. Giger en la inaguración de una exposición suya en la Hansen Gallery de New York poco después de haber recibido un Óscar por su contribución en el film Alien que guardaba en el frigorífico de la habitación del Hotel Chelsea donde se hospedaba. Allí le muestran el entusiamo que sienten por su obra y con la idea previa de hacer un giro en su trayectoria le proponen una posible colaboración que se concretaría mucho más cuando al día siguiente el artista suizo visita el loft de ellos quedando sorprendido de su ambiente un tanto siniestro en que alternan muñecas vodoo o cuadros de Vali Myers o Rosaleen Norton, un ambiente a lo que no es ajeno el propietario del inmueble el pintor Benton Quin quien compartía con un Stein casi gótico su apego a Lovecraft o Weird Tales. Este ambiente de creatividad y extravagancia había calado notablemente en Gary Valentine bajista del grupo en sus primeros años y fue ampliado de manera mucho más seria en sus libros sobre ocultismo con su verdadero nombre Gary Lachman.
Los planes del encuentro empiezan a desarrolarse cuando Debbie Harry y Chris Stein viajan a la casa de Giger en Zurich con la decisión tomada de que sea el responsable de todas las imágenes y promoción del primer disco de ella en solitario que finalmente saldría con el nombre de KooKoo. Lo primero que hace es transformarla de rubia a morena, su característica traza de biomecanoides los aplica con un aerógrafo sobre un body pintado y varias estructuras decorativas de híbridos ogánicos que se pueden apreciar en las diferentes fotografías que se tomaron en el proceso e incluso en el video dirigido por el propio Giger. Para la portada decidió atravesar la cara de ella con unas enormes agujas, una impactante imagen que cuando se plasmó en posters promocionales provocó que las autoridades del metro londinense las retirara de sus andenes.
Sin embargo todo este ambiente macabro apenas se transmite en la música que contiene el álbum que contaba con la producción de Bernard Edwards y Nile Rodgers de Chic y con colaboraciones inesperadas como Spud&Pud, seudónimos de los Devo Gerard Casale y Mark Mothersbaugh. Pese a que con la portada Giger quería acercarse un poco a la imaginería punk ya entonces en decadencia, él estaba más intersado en sonoridades más cercanas al mundo del jazz o el rock progresivo como puede ser la anterior cubierta que había hecho para el grupo Magma tres años antes.
Todo este episodio tiene un papel destacado en la biografía de Debbie Harry Face It donde escribe con ahínco el conflicto de creatividad con los medios de comunicación y las discográficas que veían en su caso con inquietud estos giros en su carrera y una cada vez más asentada rumorología de la dependencia que las drogas estaban empezando a tener en ellos, algo que confirma en unas líneas del libro donde le dice a Giger las ganas de consumir heroína a las que este le corresponde llevándole una bolsa negra de opio. Siguiendo con el libro uno no puede más que sorprenderse que en ese ambiente casi clínico que pasaron en la casa suiza de Giger aprovecharan la estancia en ese pais para ir la Clinic La Prairie para hacerse una "frischzellentherapie", inyecciones con células embrionarias de oveja negra.
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