martes, 28 de septiembre de 2021

Burgos sacro musical



Es sorprendente que una grabación efectuada por Los Monjes de la Abadía de Silos con cantos gregorianos haya vendido hasta la fecha ocho millones de discos en todo el mundo, el disco apareció en 1994 con el título de Chant en cuya portada aparecía un monje que más bien parecía sacado de un vídeo de Enigma el exitoso proyecto de Michael Cretu grabado en Ibiza, este disco más otro éxito inesperado como fue Le Mystere des Voix Bulgares hizo que la compañía Angel pusiera el foco en este proyecto y pocos meses después en otro de Hildegard Von Bingen. Hay que decir que para los monjes de la abadía fue absolutamente inesperada esta acogida teniendo en cuenta que desde 1959 hay discos que recogen su repertorio y este en concreto parece tener grabaciones de los años setenta, una década donde la agrupación musical Atrium Musicae de Gregorio Paniagua hizo un riguroso recorrido por la música antigua española incluyendo también grabaciones en el monasterio benedictino o en el Monasterio de las Huelgas en la ciudad de Burgos de donde procede un codex musical del siglo XIV descubierto por los monjes de Silos quienes también transcribieron el manuscrito iluminado del siglo XII Codex Calixtinus.

Pese a haber pasado una reciente estancia en el precioso pueblo de Covarrubias no hemos podido asistir a las tempranas misas de canto gregoriano del monasterio, pero sí gozar de otras maravillas de la comarca de Arlanza como el abandono y silencio sepulcral de las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza, la quietud del río a su paso por la Fuente Azul que sin embargo contiene el sifón más profundo de nuestro país o la enigmática ermita visigoda de Santa María en Quintanilla de las Viñas, recorridos que al alzar la vista son acompañados por los planeos del buitre leonado cerca de las cuevas musterienses de arcaicos rituales. Me quedo también con las ganas de oir el órgano de la Iglesia de Santo Tomás o el de la Colegiata de San Cosme y San Damián donde se han grabado obras del compositor y organista burgalés Antonio de Cabezón uno de los compositores más destacados del Ars Nova del siglo XV, su ceguera no le impidió acudir a Londres junto al rey Felipe en su boda con Maria Tudor, según estudiosos su posterior estancia en la ciudad marcó notablemente la música de teclado inglesa de aquel momento. La misma discapacidad de Francisco de Salinas otro ilustre organista burgalés que recaló durante años en Roma.

No se puede hablar de la colegiata sin mencionar el sepulcro de la princesa Kristina Hakonsdatter de Noruega que abandonó su pais natal para llegar a Sevilla para casarse con el Infante Felipe de Castilla hermano de Alfonso X, su temprano estado de continua melancolía le hizo enfermar hasta su muerte siendo su féretro trasladado a Covarrubias, siendo este inspeccionado y ratificado años después por autoridades noruegas que además encontraron unos poemas amorosos y una receta para el mal de oídos. Ante semejante descubrimiento decidieron erigir una ermita de atrevidas formas dedicada a San Olav que acoge diferentes actos culturales y conciertos como el intercambio anual con músicos de Noruega, en uno de ellos el músico local Silverio Cavia más conocido con el nombre de Silberius descubrió el uso de los loopers aplicados a sus instrumentos ancestrales, percusiones de hueso de buitres y su propia voz que evocan funerales visigodos y sacralidad de una zona marcada por el recogimiento y la añoranza.

Claustro y botica biblioteca del Monasterio de Silos. Abajo su primer disco de 1959 con una portada más tenebrista que su exitoso Chant de 1994.




                                       Discos con obras de Antonio de Cabezón


Página del Códice de las Huelgas y una de sus adaptaciones discográficas


Ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza


Fuente Azul en el río Arlanza



Exterior e interior de la ermita visigoda de Santa María en Quintanilla de las Viñas

Ermita de San Olav en Covarrubias


Órganos de Covarrubias. Arriba Colegiata, abajo Iglesia de Santo Tomás.


Despidiéndome de Covarrubias, foto: Azucena de Yngunza



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