En la recta final de este año el sello Novak tras un año de lo más prolífico lanza un proyecto THX 7121 concebido por su director Luciano Álvarez y basado en el aniversario de los cincuenta años del primer film de George Lucas THX 1138, una cinta de culto que aborda una distopía que como en toda amanaza global o nuclear deriva en un mundo subterráneo en que una comunidad hipertecnológica está sometida a diferentes inhibidores de control en la que su protagonista THX protagoniza una huida para escapar de un posible coma inducido. Tras encontrar en internet un dinámico y fiel montaje reducido del film de catorce minutos Luciano propuso acompañarlo con un acompañamiento sonoro, una selección que finalmente a corrido a cargo de cuatro músicos nacidos en décadas diferentes: Refectori, Ó Paradis, Fermín Durán y yo mismo que sería el más longevo. He de decir que al principio dudé mucho de aceptar la invitación pues estoy bastante sensibilizado al hecho de que no me gusta que la gente sustituya bandas sonoras a películas que ya las tienen, algo que ha ocurrido mucho los últimos años con incluso excelentes composiciones originales como es el caso de esta cuyos responsables eran Lalo Schifrin y nada menos que Walter Murch el destacado diseñador de sonido de películas como La Conversación que en esta cinta intentó de reflejar una posible sonoridad digital, todo un reto de algo que por entonces no existía. Sin embargo, fui convencido de que se trataba no de suplantar la banda sonora original sino este montaje que en gran parte tiene una entidad propia.
Siempre me ha llamado la atención como para mucha gente la música electrónica va de la mano de ambientes de ciencia ficción, es cierto que por ejemplo en la época en que se rodó THX 1138 otros filmes como Clockwork Orange, Andromeda Stein o Phase IV tenían destacados soundtracks con música o tratamientos de instrumentación electrónica pero en mi caso pese a gustarme mucho el género no creo que esté muy presente en las composiciones. De hecho del film de Lucas no me ha motivado tanto su clara anticipación a los mundos distópicos actuales sino los recursos y ambientación localizados en el área de San Francisco que en aquellos momentos del rodaje de la película (1969-1971) contaban con estructuras ciertamente futuristas como el metro Bart (Bay Area Rapid Transit) o el Main Country Civic Center construido por Frank Lloyd Wright. Otro elemento a destacar es el pelo rapado no solo de los protagonistas, sino de todos los figurantes difíciles de encontrar aún en el declieve del hippismo para lo que se decidió acudir a pacientes del centro de rehabilitación de drogas Synanon posteriomente apuntada como sociedad destructiva, curiosa coincidencia con las escenas de bloqueo mental de la película. Tampoco se tuvo que transformar centros de computerización ya existentes ni el ideario cibernético tan presente en la costa oeste derivado o más bien transgiversado posteriormente en una cibervigilancia a veces no muy alejada del totalitarismo tecnocrático que presenta el film.
El pujante urbanismo futurista de San Francisco recogido en la prensa de 1971
Observando desapasionadamente los tiempos de tecnocracia desatada que corren, da la impresión que muchos relatos de la edad dorada de las distopías se quedaron cortos. Felicitaciones por tu aportación : abrupta y en apariencia inhóspita, tensionando la atención pero sin fatiga. Como un retrato de la paranoia enfermiza por la hiper seguridad.
ResponderEliminarLa tecnocracia en que vivimos se sustenta más en la euforia que en sus excesos. El film afronta muy bien el binomio de computación/manipulación y lo hace más interesante con los propios recursos que el area tecnológica de San Francisco ofrecía. Todo ello lo hace tremendamente inspirador para la ambientación musical que he hecho a pesar del atrevimiento de suplantar la original, una práctica que no me gusta pero en este caso se trataba de un nuevo montaje. Celebro que te guste.
ResponderEliminarUna peça magnífica, a parer meu, que lliga molt bé amb les imatges i la seva successió vertiginosa, gairebé hipnòtica, sense caure en el parany de buscar-hi una sincronia massa accentuada. M'agrada la seva estructura, amb un començament i un final força ben marcats com a tals, la qual cosa dona a l'oient una sensació de "viatge" sonor i l'evolució que va agafant entre el minut sis i el minut vuit aproximadament. Ara l'estic escoltant per tercera vegada, la primera sense veure aquesta mena de tràiler de "THX 1138", però amb la lògica reminiscència de les seves imatges, i també així funciona molt bé. La creació d'una nova banda sonora per a una pel·lícula que ja en té ha de ser un repte prou difícil per a un músic, gairebé tant com escriure, ara, una novel·la o un guió de ciència-ficció distòpica que digui alguna cosa de nou. És un subgènere que potser ha quedat esgotat, o bé ha perdut sentit, pel fet que en bona part ja estem vivint en el món distòpic (cal suposar que alhora "utòpic" per a les elits, o per a algú) que van profetitzar alguns autors, i amb indicis constant que continuem endinsant-nos en una foscor estranya (sense anar més lluny, la passejada d'avui pel centre de la meva ciutat, ple de locals d'antigues botigues que estan per llogar, i on cada pocs minuts veus una camioneta de repartiment de l'empresa líder de venda per internet, un panorama inquietant). Ara, en un moment en què el pessimisme i la incertesa dominen qualsevol camp o activitat que tingui alguna cosa d'"humanista", seria més interessant una ciència-ficció utòpica, que ajudés si més no a imaginar un escenari de futur més humà i desitjable per al bé comú. Curiosament, l'únic àmbit en què sembla detectar-se optimisme de cara al futur és en el dels investigadors dels enteògens, tota una paradoxa tenint en compte que un dels seus pioners va ser justament Aldous Huxley, l'autor d'"Un món feliç". En fi, el temps dirà, tot i que personalment ja sento que, com canta Lildami, "tinc poc temps i molt menys a perdre".
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