"Estoy sentado en una habitación diferente a la que estás ahora. Estoy grabando el sonido de mi voz hablante y lo voy a reproducir en una habitación una y otra vez hasta que las frecuencias de resonancia de la habitación se refuercen de modo que se destruya cualquier apariencia de mi habla, con quizás la excepción del ritmo. Lo que escuchará entonces, son las frecuencias de la resonancia naturales de la habitación articuladas por el habla. Considero esta actividad no tanto como una demostración de un hecho físico, sino más como una forma de suavizar cualquier irregularidad que pueda tener mi habla".
El texto anterior pertenece al disco I am sitting in a room de Alvin Lucier, muchos la conocerán, pero para los que no apuntar que el texto es repetido por el propio autor sucesivamente grabado y regrabado acentuado por la resonancia de la sala hasta que al final su audición se hace mutante e ininteligible. La grabación original fue grabada en los Brandeis Electro Acoustic Studios en 1969 y en su lanzamiento en disco en 1981 alcanzaba los 45 minutos de duración habitual, posteriormente ha tenido diferentes versiones y el pasado año para celebrar el noventa cumpleaños del autor varios colegas hicieron una maratón sobre ella que alcanzó las 27 horas, un sentido homenaje que cobró un significado especial teniendo en cuenta que Alvin Lucier moriría pocos meses después.
Tengo un recuerdo muy especial de Alvin Lucier a través de un concierto que asistí de él en la serie Música en la Upper Gallery de Londres en 1983, su primera pieza Music for Pure Waves, Bass Drums and Acoustic Pendulums podía recordar su obra Music for solo performer en que sus ondas cerebrales provocaban la activación de instrumentos de percusión, recordaba más el vídeo de una de sus representaciones que la propia pieza en sí pero ahora tenía la oportunidad de verlo en directo, aunque en esta ocasión las mazas de los bombos de batería no eran accionadas por su cerebro si no por medios electrónicos; el efecto era altamente hipnótico como también lo eran las siguientes piezas: Sferics basadas en emisiones de radiofrecuencia en la ionosfera recogidas por antenas y amplificadas posteriormente para su escucha que en este caso disfrutábamos en completa oscuridad y Reflections of Sounds from the Wall en que una especie de monolito deflector equipado por una base de cuatro pies se movía lentamente en forma de zig zag por la sala rebotando las ondas de sonido que emitían un altavoz colocado en el otro extremo de la sala. Al final los asistentes nos miramos entre sí con caras de asombro casi alucinadas, entre ellos varios miembros de la escena de improvisación noise londinense poco después recalaron en la formación Morphogenesis.
Durante muchos años he pensado que este concierto era de los mejores que había presenciado en mi vida, un entusiasmo que posteriormente ví que era superado por el escritor y periodista musical Paul Morley en su libro Words and Music en cuya primera página nos relata como I am sitting in a room es su tema favorito de todos los tiempos junto a Can't get out of my head de Kylie Minogue, dos ensoñaciones acerca el habla y el canto que sirven de matriz a un amplio recorrido de las colisiones y eslabones perdidos que han habido en la historia entre las músicas de vanguardia y el pop. A este respecto Alvin Lucier reconocía en una entrevista que le hubiera gustado más relacionarse con algunas propuestas del rock de los sesenta, algo bastante inusual en la escena academicista europea asidua a encuentros como el de Darmstadt donde él y otros compositores norteamericanos como John Cage o David Tudor asistían aportando una mayor frescura y en todo caso un mayor interés en la percepción que en la conceptualización. A todo ello habría que añadir el especial interés en la exploración de la amplificación que bien podía haber alcanzado elementos de simbiosis con el feedback instrumental del rock. En todo caso al final si que hizo alguna colaboración en este ámbito como con el grupo Yo la Tengo o "Nothing is real" una adaptación del tema Strawberry Fields Forever de The Beatles en que una taza de té reverbera unas bellísimas notas grabadas previamente al piano.
El colectivo de música Sonic Arts Union con Gordon Mumma, David Behrman, Robert Ashely y Alvin Lucier.
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