La reciente aparición del libro de Wade Matthews El Instrumento Musical: Evolución, gestos y reflexiones en Turner Música supone una exploración y detallado recorrido de la relación entre el instrumento y la música desde sus orígenes antropológicos y mitológicos hasta la época contemporánea marcada por los primeros días de la música por ordenador y todas las experiencias de alterar el sonido generado electrónicamente, siendo una de estas primeras la síntesis aditiva. Es en este ámbito cuando el autor nos descubre dos fascinantes contextos de aplicación, los estudios de música electrónica de la WDR en Colonia y un restaurante de la ciudad de México. En el primero Karlheinz Stockhausen obtenía unos resultados no muy satisfactorios en las perspectivas que tenía en sus obras Studie 1 y 2, en el segundo varios organistas ciegos ocupados con órganos Hammond llevaban su propia investigación de fonética experimental fuera de los circuitos de vanguardia en un restaurante agrupados como el Club del Organista, sus nombres Luis Fernando Zepeda, Tito Enriquez y Ernesto Hill Olvera, siendo este último quien conseguiría una mayor fama.
Ciertamente, los logros que consiguió Hill Olvera son espectaculares, la amenaza de despido del dueño donde tocaba sino añadía su voz al órgano le llevó a explorar toda la interacción electromagnética a través de la manipulación de todos los circuitos internos, derivando todo ello en una percepción fantasmagórica como de hecho demuestra el retroceso de varios espectadores nada más comenzar El Reloj, su primera pieza del repertorio. Poco a poco su figura aumentó de fama apareciendo en varios espectáculos de variedades en la capital y apareciendo en películas como Música de siempre junto a nada menos que Édith Piaf, Amália Rodrigues e Yma Sumac. Sin embargo, muy poco después problemas personales le llevaron a un estado de pobreza y olvido falleciendo a los treinta años.
Dos décadas antes, poco después de que el órgano Hammond fuera desarrollado (1935) este halo de belleza y misterio que el instrumento podía ofrecer fue aprovechado por Rosa Río para el drama radiofónico The Shadow producido por Orson Welles o unos años más tarde en la aparición de Korla Pandit con su turbante blanco en el primer programa musical que hubo de televisión en 1949 con sus sonidos exóticos e hipnóticos. Es significativo que en una entrevista incluida en el segundo libro de Incredible Strange Music él declaraba como la compañía Hammond le invitó para que viera los experimentos que estaban desarrollando en la Universidad de Chicago, su percepción era que esa evolución había llegado a un instrumento que no identificaría ya como un órgano sino más bien con las características de un sintetizador. De nuevo vemos los caminos cruzados de la experimentación de la más lúdica al más innovador de vanguardia como era la que en esos momentos estaba haciendo Harald Bode en Alemania con instrumentos como el melochord que luego formaría parte de los estudios de la WDR en Colonia. Esta envolvente técnica y sonora tendría un recorrido en el país que podía arrancar con Stokhausen hasta llegar incluso a Kraftwerk, uno de sus instrumentos más reconocibles como es el vocoder no deja de ser un sintetizador de voz o dicho de otra manera ralacionado con el espítitu de esta entrada un teclado parlante; bueno sería recordar que Ralf Hütter en los años 60 tocaba el órgano Hammond en un grupo llamado The Phantoms.
Ernesto Hill Olvera es uno de los primeros discos que tuve y todavia tengo. Lo trajo mi padre de Phillips, donde trabajaba. Mítico para mi.
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