El alma es la parte del carril que une la cabeza con el patín. Literalmente, los trenes circulan sobre un alma de acero. Quizás por ello locomotoras, vagones y coches estén tocados por ese aura especial que los hace cálidos, melancólicos, nostálgicos y fascinantes a pesar de sus facciones, en muchos casos, monstruosas. Ningún otro transporte es capaz de emocionar como lo hace un tren llegando a una estación. Imposible no atravesarlos con la mirada del niño que algún día fuimos y que Javier Piñango rescata para convertirla en un trayecto sonoro de Ida y Vuelta en este “discoTalgo”.
“discoTalgo” es un trabajo donde, por sus premisas, lo fácil sería recurrir a la repetición rítmica industrial, a lo puramente maquinal y a la imitación de patrones con el fin de crear lazos estéticos tan manidos como estériles. Desde ya, olvidemos esta idea. Sus casi 50 minutos de duración rezuman -ciertamente- acero, balasto, electricidad y gasoil, pero transformados en dos relatos emocionales, dos historias complementarias de un viaje personal desde y hacia los recuerdos instalados en la época dorada del ferrocarril español con los míticos Talgo como abanderados de la innovación.
David Area. Presentación a discoTalgo de Javier Piñango
La verdad es que no se me ocurre mejor presentación al último trabajo de Javier Piñango que el texto de introducción anterior de David Area, se nota su cercanía, no en vano han colaborado en varios proyectos incluido uno publicado en Gruppo Ungido sello editor también de este discoTalgo gestado a lo largo del pasado año. Una vez más Javier se centra en su sintetizador Korg MS 20, aunque en esta vez la manipulación de sus osciladores y filtros tienen un tono más contenido, la repetición o maquinismo que podría asociarse al viaje en tren queda más bien velada en favor de un mayor protagonismo de impulsos de sonoridad melancólica como incluso podría apreciarse en los títulos de los dos temas que lo componen: ida y vuelta.
El viaje en tren siempre ha sido inspirador para diferentes músicos desde que ya hace más de un siglo se presentó Pacific 231, luego ya se sabe vino el Trans Europa Express de Kraftwerk y bueno sería recordar el Me voy a coger el Orient Express de Eduardo Polonio que está siendo homenajeado en una recopilación por Morada Sónica, pero quizás hay dos trabajos que precisamente por su tono melancólico y porque no decir casi espectral se acercan al trabajo de Javier, me refiero al Tren Fantasma de Chris Watson y el Ferrocarril Desvanescente de Rafael Anton Irisarri.
Soy de la misma quinta que Javier Piñango y comparto esta fascinación por el viaje en tren que ahora poco a poco voy recuperando. El repentino ruido al alcanzar un túnel, los avisos sonoros ante el paso de nivel, el rostro de uno reflejado en el cristal de la ventanilla con el paisaje fugaz de fondo o en un parón inesperado entre centenarias vías muertas. Los recuerdos más entrañables los situo en dos trenes nocturnos: el talgo que te transportaba desde Barcelona a la Gare d'Austerlitz en París y el expreso entre Barcelona y Madrid en especial el paso por el túnel de Torralba en tierras sorianas cuya salida coincidía con los primeros destellos del día que débilmente aparecían sobre los surcos de la tierra, nada mejor que apreciarlo desde el pasillo del tren solo o con alguna otra persona a veces esperanzada, a veces desvelada. Se me ocurre para ilustrar este gélido ambiente el poema Ferrocarril de Matallana de Antonio Gamoneda:
A las ocho del día en febrero aún es de noche
Subimos a este tren algunos hombres por motivos diversos
No hay aún luz en los vagones, sólo oscuridad y aliento.
No nos vemos los rostros pero sentimos la compañía y el silencio.
En el andén estalla la campana. Nos sobresalta la crueldad de un silbido. El tren arranca. Todo vuelve a su antiguo sentido.
Espero no desviarme, pero querría aprovechar la circunstancia para incluir estas fotos de la historia del tren Talgo desde sus futuristas primeros prototipos, los que llevaban siempre nombres de vírgenes en sus locomotoras y vagones observatorio en su cola así como proyección internacional como muestra la foto de la línea New York-Chicago o el tren adscrito al corredor del Trans Europ Express. Es paradójico que en el desarrollismo de posguerra se levantaran proyectos como este o el automóvil Pegaso Z 102 que alcanzó en 1953 el record mundial de velocidad como luego lo haría el Talgo.