Hace pocos días aparecía en diferentes medios una fotografía del secretario de estado norteamericano Marco Rubio con una cruz pintada sobre su frente coincidiendo con la celebración del Miércoles De Ceniza, imagen sorprendente, una más de la vorágine que estamos teniendo desde la llegada de Trump al poder. Como respuesta, al día siguiente en la red X el filósofo, influyente en muchas ocasiones de Putin, Aleksandr Duguin aparecía orando en una iglesia ortodoxa. En este entresijo de religión y geopolítica entre una creencia atlantista frente a una euroasiática un dato llama la atención, la revelación del norteamericano en una entrevista de su debilidad por la música electrónica de baile de los años noventa y algo mucho más sorprendente el interés que hace algún tiempo Duguin mostró por Coil. El título de un trabajo de estos últimos Musik to play in the dark cobra relevancia.
En la actual escalada de rearme armamentístico bueno sería recordar ejemplos de perversiones musicales hechas en la Europa Central de los años ochenta en que tendría un gran protagonismo una formación como D.A.F. siglas de Deutsch Amerikanische Freundschaft todo un malicioso guiño adaptado de la Amistad Germano Soviética en tiempos de la R.D.A, en el estribillo de su tema más conocido Der Mussolini Gabi Delgado cantaba jadeando Baila el Mussolini, Baila el Adolf Hitler, Baila el Jesucristo. El dúo fue señalado en alguna ocasión de fascista, nada más lejos, una acusación absurda que llevó a incidentes como el enfrentamiento entre seguidores de izquierda radical y ultraderecha en un concierto de Roma. Laibach también tuvieron que aguantar este gratuito encasillamiento especialmente en sus inicios y tuvieron que acallar bocas a raíz del lanzamiento de su disco Kapital, una recreación ingeniosa de los perfiles de la OTAN que cobraba especial relevancia en en sus conciertos en Moscú y otras países de la Europa del Este aunque hace dos años su concierto en Kiev fuera cancelado motivado por unas declaraciones sobre el origen real del conflicto pese a condenar el grupo de manera rotunda la invasión.
En la limítrofe Polonia remontándonos a tiempos del general Jaruzelski en 1982 Holy Toy edita a través del sello noruego Uniton su disco Warszawa en que su líder Andrej Dziubek Nebb cantaba el tema Wojtek, una tema que seleccioné entonces en más de una ocasión en el programa Los Silencios de la Radio y que era el nombre un oso pardo que sirvió a la artillería polaca en la Segunda Guerra Mundial que tuvo un papel destacado junto a los aliados en la Batalla de Montecassino, siendo luego agasajado en Glasgow. Esperemos que el nuevo reclutamiento que proponen los dirigentes del país deje en paz el mundo animal.
Reflejos del ruido político y el heroísmo de apasionada intensidad.
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