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miércoles, 15 de agosto de 2018

Comprando el New Musical Express


 Mis dos primeros ejemplares del New Musical Express, Octubre 1977

Hace pocos meses que el semanario New Musical Express ha dejado de editarse en papel después de una larga trayectoria que se remonta a su creación en 1952. Desde entonces siempre tuvo una feroz competencia con el Melody Maker hasta que en la mitad de los setenta se tuvo el acierto de incluir nuevos periodistas de la prensa underground como Nick Kent, Charles Shaar Murray o Mick Farren, ellos eran excelentes oteadores del tránsito del glam al punk o de las mutaciones del rock progresivo, aunqué quizá el momento más álgido coincidiría con el post punk de los últimos setenta con firmas como Paul Morley o Ian Penman, cuyas crónicas podían derivar hacia otras comparativas artísiticas rozando en algunas ocasiones el ensayo literario. La experimentación electrónica estaba cubierta por Andy Gill o Chris Bohn, este último tuvo además un inusitado interés en aquellos tiempos en explorar toda la música que se estaba generando en la Europa continental incluyendo los países del este. Todo ello hace del periódico un testigo de una altísimo voltaje musical lleno de riesgo (Mark Stewart de Pop Group protagoniza una portada entera sin haber todavía haber registrado ningún disco) y modernidad, a lo que no es ajeno los diseños de Berney Bubbles, con un punto focal en la llegada inminente de 1980, principio de una nueva década que paradojicamenre relegaría a muchos de sus colaboradores a otras publicaciones.

Al revisar mi primer ejemplar del New Musical Express me lo encuentro hecho trizas pues recorté un montón de fotos para forrar mi carpeta del instituto. Lo compré en octubre de 1977 en la Librería Francesa de Barcelona, el precio 60 pesetas, con el solía bajar por el Paseo de Gracia y bien podía ojearlo en la librería Kansas, en el drugstore o el alguna sesión del cine Publi, todos estos lugares han desaparecido. Más tarde lo comrpraba en el primer kiosco de las Ramblas y por último ocasionalmente en la tienda de Star Records en la calle Pau Claris.















Dos extras inolvidables del NME: The Book of the Modern Music y la casette C 81 que incluía su tema Kebab Traume grabado en directo en el Electric Ballroom, 1980; como singularidad la guitarra apabullante de Wolfgang Spelmanns.

lunes, 20 de abril de 2015

Kraftwerk en La Barceloneta



Al final de este mes Kraftwerk ofrecerá un concierto nada menos que en el Teatre del Liceu, ante semejante "solemnidad" uno no puede dejar de evocar su memorable actuación en 1981 en el Palau Blaugrana 2 (Picadero), su primera en Barcelona, incluida en una gran gira en que presentaban su disco Computer World, en que por primera vez se podían ver efectos escénicos que han durado hasta hoy como las cuatro pantallas gigantes de vídeo, los robots-maniquies ejecutando The Robots al final del concierto o las minicalculadoras acercadas al público durante Pocket Calculator. Pese a que soy un incondicional del grupo, hay que admitir que treinta y cuatro años después Ralph Hütter ha sabido explotar esa fórmula, siendo sus conciertos altamente efectistas, pero también muy previsibles.

Conservo grandes recuerdos del concierto, el primer encuentro con los miembros de Esplendor Geométrico, la gran presencia de la escena punk barcelonesa bailando como descosidos y con Xavi Shock gritándoles al final de cada tema ¡Rrrrrobots!, pero sobre todo la sorpresa que supuso al cabo de unos días ver que el semanario New Musical Express había elegido esa actuación para hacerles un macroreportaje; al llegar a sus páginas me quedé de piedra de ver a los cuatro componentes del grupo posar ante la cámara de Anton Corbijn en los Baños de San Sebastián en La Barceloneta, algo que me dejó perplejo habida cuenta que en este barrio los amigos les habíamos escuchado en sitios tan singulares como en un jukebox de un bar al final de la calle Almirante Cervera o en unos autos de choque en la mismísima playa, parece ser que Ralf ya había visitado Barcelona a principios de los setenta y esa imagen brumosa de los baños encajaban perfectamente en una decadencia de añejo trans-europeismo.

El reportaje cuenta con una de las mejores entrevistas que recuerdo a Ralf Hutter a cargo de Chris Bohn en las que destacaría el lado político que tiene este disco, ya que a la vez que citan en sus temas un contenido lúdico:"time, travel, comunication, entertainment", también lo hacen en otra dirección: "Interpol and Deutsche Bank, FBI and Scotland Yard, Business, Numbers, Money People, Computer World", todo un guiño al complejo policial de Wiesbaden, que con la excusa de los atentados de la Baader Meinhoff, contaba con un novedoso inventario informatizado de la población. El periodista acaba su artículo sorprendido de que pese a los rigores de las largas giras al acabar el concierto Ralf y Wolfgang Flür se fueron a bailar a la discoteca Studio 54 del Paralelo, otro espacio que al igual que los Baños de San Sebastián fueron demolidos por el delirio olimpista barcelonés.



                                      Fotos de Anton Corbijn. Barcelona Junio 1981



                                    Versiones del disco provinientes de España y Chile


Fotografías de los Baños de San Sebastián, la primera de los años 20, la segunda efectuada por Manuel Úbeda en 1982.